19 ago 2010

A la rueda rueda

Por Nacho Fittipaldi
Cuento
La rueda es un invento ancestral que según se sabe ha modificado -quizás convenga decir que ha revolucionado- la manera de vivir de los hombres, la historia del hombre. La rueda, sin duda, ha implicado una revolución en la historia de la humanidad.
Hasta hoy Bandido poco sabía de ruedas y otras circularidades. A juzgar por sus caras adolescentes, Jonathan y Elías tampoco, ellos se divertían, o eso parecía. Dicen que reían.
Manuel tiene absoluta claridad acerca de cual es la importancia de la rueda en la historia del hombre, de nuestras vidas. Él trabaja en una gomería, es gerente de compras de una gran empresa brasilera que luego de la crisis de dos mil uno se asentó en Argentina. Manuel viene de tomar sus clases de tenis, escuchaba música en su moderno auto, acomodado en el rincón de luz que el sol contorneaba en su ventana cuando una profunda reflexión lo arrebató. Pensaba sobre su inocua participación en el ámbito de trabajo al que pertenece, al que ahora se dirige, recordó apesadumbrado el costoso lugar social que habían abandonado luego de la crisis, rememoró las dudas sobre el porvenir de sus nenas y se vio tan exitoso que un poco de orgullo fue lo que sintió, se acomodó el pelo, tomó un chicle de menta y tarareo una canción perdida. Ninguna de sus dudas llegaba a desacomodarlo del cálido momento en el que estaba.

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El invento de la rueda consiste en hacer girar una pieza alrededor de un eje, como consecuencia de ello lo que se produce es un movimiento o una energía que se traduce en desplazamiento. La rueda ha sido por caso indispensable para la alfarería, el transporte terrestre y para parte importante de la maquinaria antigua, sin que se sepa bien a qué me refiero con este tipo de afirmaciones. Sin embargo, con éstos elementos se pueden hacer algunas afirmaciones tajantes sin riesgo de equivocarse. Repasemos: sin ruedas un auto no tiene caso; sin ruedas las carretas hubieran sido menos trascendentes de lo que fueron, por lo tanto, sin ruedas Facundo Quiroga hubiera muerto en circunstancias muy diferentes a las conocidas. El registro escrito de Borges en El General Quiroga va en coche al muere reconstruyendo aquel trágico episodio de la historia nacional, no hubiera existido, Yupanqui no retomaría la idea de la rueda cuando afirma, los ejes de mi carreta nunca los voy a engrasar. La rueda es un invento que atraviesa toda nuestra vida moderna y la antigua. Los barcos a vapor, eslabón central en la revolución industrial, funcionaban con un mecanismo de ruedas que encontraban en un sistema de poleas el origen de la energía móvil. Paul Gaudi dio vuelta la arquitectura de su tiempo al diseñar La Sagrada Familia, no con planos arquitectónicos, sino con un sistema de poleas que los suplantaba. El tranvía que lo enviste a Gaudi luego de cruzar la calle para ver en perspectiva, esa misma, Sagrada Familia, es un medio de transporte que se desliza sobre ruedas y cuyo motor funciona con principios propios de la rueda. Si la rueda no se hubiera inventado, Gaudi podría haber construido la catedral de La Plata, pero aquí de seguro algún carretero lo hubiera atropellado, en La Plata, se sabe, las diagonales enceguecen a los cocheros y matan a los arquitectos. ¡¡Pobre Gaudi!! Muere de todas formas cada vez que se construye una catedral.

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Un perro, Bandido por ejemplo, nada sabe de ruedas, la moto que lo embistió fue contundente con su cuerpo. La rueda negra castigó en el hocico lastimándolo malamente, Manuel llegó a ver ese crespón rojo que iluminaba la cara desconcertada de Bandido como anunciando un momento estelar, la sangre había teñido también los dientes deteriorados. Luego se sacudió con las patas hacia arriba, arañaba el aire Bandido buscando respuestas o reincorporarse, emulación biológica de esos corderos de campo volteados por el lazo del amo que quiere doblegar a fuerza de soga. Manuel llegó a pensar cómo ese hecho había alterado su momento de la mañana, felicidad acotada, brevedad interrumpida a golpes circulares; por eso no acudió en su ayuda, por la misma razón nadie de los cientos de automovilistas que lo rodeaban atinaron a frenar o ayudarlo.
Dicen que los perros huyen para morir en soledad, Bandido murió en el trivial espacio que hay entre dos carriles de una pequeña avenida que ingresa a una ciudad, cuya catedral nunca llegó a ser construida por Gaudi que, a salvo de las diagonales murió en Barcelona aplastado por un tranvía. Por el espejo, Manuel vio que se iba calmando poco a poco, al final sólo movió una pierna cuando un chico se acercó y con los dedos chasqueando le decía: Bandido-Bandido-Bandidoooo y le silbaba. Bandido ya respondería de ninguna forma.
Jonathan y Elías rieron al ver a Bandido así, tendido, no tienen la menor idea lo que ha significado la rueda para la historia de la humanidad, la de los perros y sus fatalidades.

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