30 oct 2010

Sentires sobre la muerte de Néstor Kirchner

Mi tumba no anden buscando porque no la encontraran/
Mis manos son las que van en otras manos buscando/
Mi voz la que esta gritando/
Mi sueño el que sigue entero y sepan que solo muero,
si ustedes van aflojando,  porque el que murió peleando
 vive en cada compañero.
Carlos María Gutiérrez 
Es la primera vez en mi vida que voy tres días seguidos a Bs.As.
Hubiera deseado no tenerlo que hacer ahora, a mis 32 años. Reconozco y me reprocho en voz baja, no haber estado allá el 19, 20 y 21 de diciembre de 2001, al tiempo que haber estado en la cacería que De la Rúa dispuso, es un destino que prefiero haber evitado.
Ahora, con el agua bajando, leo noticias todo el tiempo, miro televisión compulsivamente, reviso facebook, busco videos en you tube, miro todo, lloro todo, tratando de poner palabras a tanto dolor.
Al llegar a la plaza, comencé a sentir ese frío que la tristeza trasunta, a la vez que se podía registrar un clima raro. Muchas banderas, mucha tristeza, muchas familias, niños con sus madres, madres con sus niños en la panza. “Esto es raro” –pensé-, acá hay una mezcla de identidades de lo más variada y varias conquistas ganadas a la historia; un miedo que no está, esa confianza de ir a la plaza de una, sin pensarlo, implica haber perdido el miedo a salir, que aparezca la poli y sin decir “agua va”, te re-caguen a palos. Ese miedo a que te afanen los negros que el PJ siempre lleva a la plaza, y estaba lleno de negros. Ese miedo de compartir con otros diferentes a vos, un espacio y una idea. Todo eso se había esfumado. Estábamos ahí por la muerte de Néstor, disfrutando una conquista suya: habitar la calle con el pueblo. Recuperamos la palabra pueblo también,  y el pueblo ha vuelto a manifestarse en su lugar, masivamente. Esa palabrita que en los ´90 se nos metió por todos lados, opinión pública, y que remplazó mal, una idea que implicaba la posibilidad de un destino común: el pueblo. Y el pueblo en la plaza es de una poética y potencia inusitada.  Esa era una paradoja, él estaba muerto y nosotros cantábamos, él muriendo y nosotros haciendo reivindicaciones políticas, él muerto y uno como un pelotudo esperando al censista. Qué muerta inoportuna, muerte tan injusta, dentro de la injusticia de morir, esta es la más injusta de las muertes. ¿Por qué no se murió Ricardo Fort? ¿Por qué no se cayó otro Boing de LAPA?
Familiares de los gusanos que ahora muerto, le rinden loas, en vida le desearon la muerte, esta es una muerte tan deseada por ellos, ahí lo tienen, hijos de puta. Está muerto. Y tan caro les va a salir. Ahora le dedican reconocimientos, lo reivindican. Facinerosos. No alcanzarán ni el infierno, ni a mitigar la voz de ese pueblo que en la calle puso algunas cosas en su lugar. Dijimos en estos días, presente; ojo, que estamos nosotros, los movilizados por la política, los jubilados sin dientes, los trabajadores (uno en especial que flameaba la bandera Argentina desde un andamio en el Correo Central, a 40 metros de altura, sobre el cortejo del fallecido, me conmovió) están los pendejos de 18 años, las ama de casa, los adultos de mi edad, todos entienden de qué va la cosa para defender lo conquistado a como dé lugar, no ya la institucionalidad ni la gobernabilidad –mero eufemismo de golpe de Estado- sino para bancar y marcar agenda, fuimos a la plaza a decirle a esa mujer que cuando le tiré un beso me miró a los ojos tras sus gafas negras, sí, Cristina me miró a los ojos, nos sostuvo la mirada a Pao, a Ampi a Nacho y a mí, y yo bajé la mía porque a una mujer así, de esa enormidad, de duelo, no se le puede sostener la mirada, entonces me quebré en llanto, sin olvidar a qué habíamos ido, fuimos a decir: fuerza. Hay una agenda publica por cumplir, que el destino del pueblo va en un sentido y no hay margen para retroceder. No queremos dar pasos atras. Dijimos entonces acá estamos, apoyando este proceso que nos devolvió las ilusiones de hacer un país distinto, saludando al tipo que me interpelo y que tuve que esforzarme en comprender, tuve que poner mi marco teórico facultativo (del orto) aparte para poder comprender y ser parte, dejar de entender "la política" y "el Estado" como me habían enseñado los profesores que nunca se metieron en nada, también hasta que llegó Néstor. Estamos para hacer lo que haya que hacer, a decir que se nos murió el jefe político y que estamos para besar de rodillas, tu anillo Cristina, como en El Padrino, todos a tus pies, la jefa sos vos. Hay que seguir sin él, que no aflojamos, que “la inocencia no mata a un pueblo pero tampoco lo salva”, que no nos vencen aún, ni nos vencerán, que cada bandera levantada en la plaza son cientos de argentinos que salieron de un mal lugar, y que quedan muchas banderas por levantar, que “Néstor no se murió/Néstor no se murió/ Néstor vive en los pibes que están cobrando la asignación.” Que tengo los ojos cargados de lágrimas, el estómago estrujado y muchas ganas de abrazarlos. Esto les quería decir, a todos ustedes que me metieron en esto.
Después comenzó a llover y todo fue más triste...

5 oct 2010

Retazos de vida

Por Nacho Fittipaldi
Hoy me levanté tarde porque mis amigos se fueron de casa a las tres de la mañana. El asado estaba muy sabroso, mucho vino, mucha cerveza, algún porro. Medio beodos, todos se fueron (todos) a la misma hora. Al día siguiente, cuando sonó, apagué el despertador; pensé en ir a trabajar tarde, mas tarde que lo habitual. Desistí de ir a nadar. Recordé que tenía que traer una mesita de la casa de mi vieja porque hoy festejamos el cumple de Tomás y no hay donde apoyar las papas fritas. Tomy cumple once años pero no tenemos mesita, a veces pienso que con mi mujer nos falta eso, una mesa. Me levanté tipo diez de la mañana, busqué las cosas de natación, y me fui a nadar. Nadé 3000 metros, quedé hecho mierda, con la conciencia de saber dónde estaba cada uno de los músculos de mi espalda, pero feliz. Después me fui a comer a lo de Juan, recordé que habíamos quedado en llamarnos, te llamé, una voz de hombre me atendió en vez de la tuya. Corté, pensé que eras una pelotuda, lo confirmé.
A la tarde había una reunión en el trabajo, yo tenía que estar, tenía que ir. A las seis de la tarde tenía turno con mi odontólogo, yo no tenía ganas de nada. Llegue a mi casa, bajé la mesita para Tomás, esas cosas que uno hace por sus hijos, eran las cinco menos cuarto. Me hice un mate, vi que era tarde para todo, el cielo se anunciaba gris, lluvioso, me dolía todo el cuerpo de nadar y decidí acostarme a dormir. Dormí un rato largo, muy largo, y fue como morir un poco, dormí catorce horas sin parar, se largó a llover y me puse a leer, llegó mi mujer, después lloré y charlamos un rato largo en la cama, abrazados. Desde que lo tuyo y lo mío sucedió, me doy cuenta, más que antes, cuánto la quiero; sí a ella. Desde que vos te fuiste todo es mejor.
Cuando leí tu carta y supe que te habías quitado la vida, de una manera distinta al suicidio, todo me pareció un horror indescifrable...tu vida y la mía anudadas para siempre por un dolor irrefrenable.