Nos vamos al Norte de Perú. A las 6.40 AM del domingo 9 de enero, el avión de TACA despegará de suelo argentino y nos llevara hasta la ciudad de Lima, estuve allí hace nueve años. Pao y yo. Desde allí treparemos por la costa del océano pacifico hasta la frontera con Ecuador, luego de cruzarla calculamos que nos quedaran siete días mas, hasta llegar a Guayaquil, después emprender el regreso. Siempre queremos irnos y siempre queremos volver.
Nos vamos escapando de todas las certezas que ostenta Fernando Bravo. Mas bien buscamos esa incertidumbre de los caminos, esas rutas que parecen no ser recorridas hace años, la gente que allí habita (o deambula) parece escapando (aún) de la colonización española, esas rutas abandonadas a quienes quieran recorrerlas, esos mapas alejados de la costa atlántica, esos mismos trazados que pergeñaron las culturas preincaicas e incaicas. Sus ruinas. Buscamos el espacio en el tiempo en el que nos unimos de una manera exclusiva, solo nosotros comprendemos de qué hablamos, vamos en busca de nuestro tiempo, un tiempo que nos depara sorpresas, decisiones impulsivas y netamente de presentimientos, no tenemos hoja de ruta y entonces iremos a donde nos lleve el viento, donde otros viajeros nos recomienden ir, buscamos pescado fresquito, mesas a la sombra, frituras hirvientes y bahías en donde compartir cervezas heladas, charlas intrascendentes y un sol chorreando imponencias sobre el plato de cebiche. Buscamos esas 24 horas que dicen que dura un día, ese tiempo en el que un día dura un día y veinte días una eternidad fragilísima.
Nos vamos juntos de vacaciones por tercer año consecutivo, al lugar que nosotros elegimos concienzudamente, una tarde cualquiera, fría, tomando mate en la cama, con una manta que nos cubría los pies descalzos.
Vamos y volvemos, habitando la ida.
2 comentarios:
bien eso de comentar la ida. espero, mientras no escucho a fernando bravo en la plata calurosa, tus textos de viaje. no hay como viajar, para una pareja. suerte. san
Nos vamos escapando de nuestro modo de andar cotidiano, a la espera de ese detalle, ese gesto que nos sorprenda y encuentre tan distintos y tan nosotros a la vez. Nos vamos, o mejor dicho me voy feliz de que cuando eso suceda vos vas a estar a mi lado.
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