Por Nacho Fittipaldi
No dan ganas, quizás no haya motivos, de decir que algunas cosas, algunos logros se han ido o estarían por hacerlo. Sin embargo, el asesinato de Mariano Ferreyra y la represión salvaje a la comunidad Toba-Qom en Formosa podrían inscribirse en un plano de cuestionamiento al kirchnerismo que deberíamos defender, no sin antes reflexionar sobre ellas.
A Ferreyra lo mato un tiro absurdo de una patota sindical, no una fuerza policial estatal; pero si en el asesinato del militante del PO existió una zona liberada, un dejar hacer, por parte de la Policía Federal , ¿por qué Aníbal Fernández saldría a encubrirla?, ¿qué sayo le cabría para llevar adelante tamaño esfuerzo, por salvar qué valor? ¿sigue siendo cierto que este gobierno no reprime la protesta social? Sí, es cierto; pero es una verdad a medias. La otra parte de la verdad indica que la policía reprime y mata (o deja de hacerlo) por propia convicción, de manera autónoma y escindida, sin que necesariamente haya detrás de su accionar una vocación política de hacerlo. Esto no quiere decir que Scioli o Insfrán no estén anudados en algún tipo de sentimiento ideológico, entre ellos, y respecto de las policías de las que son responsables. Pero sí podríamos decir que Cristina Fernández no está tan cerca de uno como de otro en esos planos, como se intenta decir por estos días. En algún punto, también los gobernadores son autónomos del poder central. Lo que haga Insfrán en Formosa, nace y muere en los bordes del Pilcomayo y el Bermejo, lo que haga Scioli nace y muere en lo que queda contorneado por la gran pampa, la General Paz , el Rio de la Plata y el Rió Negro. Y esta sí es la real cuestión a debatir: ¿Por qué no hay aún criterios claros y estratégicos respecto de qué hacer con las bravas policías argentinas y las nulas políticas de seguridad pública que llevan adelante (o atrás) los distintos gobiernos provinciales, más allá de la autonomía que a cada uno de ellos les corresponde? Esa ausencia de política pública es una afrenta a otras conquistas que sí se han impulsado con lineamientos claros desde el nivel central; la política de derechos humanos, por ejemplo. Entonces ¿dónde empieza y cómo termina la conveniencia de dejar absoluta libertad de criterio en seguridad pública (en este caso sus agencias policiales) sin que ello interfiera negativamente en otras áreas de gobierno en las cuales sí, el kirchnerismo ha marcado muy bien la cancha?
La demora inexplicable del Gobierno Nacional en algún tipo de pronunciamiento condenatorio respecto de lo sucedido en Formosa, es lo suficientemente ominoso como para evitar algún tipo de crítica. En este sentido la pregunta que cabría hacerse es si la sangre derramada por Mariano Ferreyra, los Tobas-Qom y el policía formoseño, son un punto de inflexión a partir del cual podamos decir en voz alta y clara, nuevamente, que sigue siendo cierto que este gobierno no reprime la protesta social y que cuando así no fuera, este gobierno clamará por justicia, verdad y castigo a los culpables. De lo contrario habrá logros, cosas que se irán yendo. El silencio, no siempre es de los inocentes.
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