13 may 2012

Pasos Perdidos

Por Nacho Fittipaldi
Hace un mes atrás, el 15 de abril para ser más específico, suena mi celular un domingo a la noche y Milagros, del otro lado del teléfono, me pregunta:

-       ¿Nach, podes reunirte mañana con Lorenzo Pepe y Martin Carnaghi para armar un homenaje a Antonio Cafiero?

Es domingo a la noche, yo estoy con Pao, Nacho Trucco, su hermana y su pareja en el Bosque de La Plata en el festival de folklore. Está tocando el Chango Spasiuk, la noche esta linda y han corrido varias cervezas ya. Con una camperita de algodón se está muy bien al aire libre. Son las 22 Hs de un fin de semana hermoso, de música con amigos, de mucha gente en la calle, con sus hijos y nietos, los novios a los besos, los matrimonios bailando descoordinadamente, y las ramas de los arboles se mueven al compas de un viento de gigantes y no de la música para mortales. Entonces todo esto empieza con unos contrastes que asumo, son los de mi propia vida. Yo no recuerdo si Cafiero está vivo, o no, pero digo que puedo ir.

Al otro día, a  las 12 Hs del Lunes estoy en el Instituto Juan Perón reunido con Lorenzo Pepe, Any (una de las hijas de Cafiero) y Martin y yo que hemos ido juntos desde el congreso. <<La idea es hacer un homenaje en vida a este hombre de la democracia>> afirma Lorenzo Pepe con un tono y una retorica que es más bien de acto político que de reunión entre compañeros. Casi todo será así de ahora en más. El problema para realizar el homenaje es, por un lado la frágil estabilidad de salud de Don Antonio; por otro, que la fecha que está pautada para un inmediato 26 de abril, es cuestionada por la familia Cafiero. Ellos desean hacerlo el 10 de mayo. Nosotros intentábamos poner cierta resistencia a la fecha más alejada debido a que ya teníamos confirmada la presencia del orador principal para el 26 de abril y nos convenía, por un tema de agenda,  trabajar fuerte para una fecha concreta y cercana que, patear la cosa para más adelante. La hija de Cafiero arguye que no todos sus hermanos van a estar presentes para el 26 y que sería lindo que estuvieran todos. Los Cafiero, además de todo, son como seis hermanos, lo cual pasaba a ser un problema en sí mismo. Entonces como un torero ansioso Lorenzo saca un argumento contundente para terminar con una situación que se había empantanado:

-          Any honestamente, la última vez que lo vi a tu viejo lo vi muy desmejorado, nada bien, te digo en serio, con el cariño que le tengo a tu viejo, como el tipo de la democracia que es, yo no sé si tu viejo llega al 10 de mayo. Contale vos Ricardo –Lorenzo incluye en la conversación a un colaborador suyo- qué hicimos después de verlo a don Antonio la última vez en su casa… -se hace un silencio, y luego arremeten ambos como si fueran el Dúo Salteño: “Nos fuimos a llorar a un bar”. Hagamos el homenaje el 26, tu viejo no sé si llega al 10 de mayo, Any.

Yo quedo petrificado frente a la crudeza de la afirmación y la linealidad de la estrategia: o hacemos el homenaje el 26 de abril, en vida; o se lo hacemos pos mortem. Algo incomodo, busco complicidad contenedora en Martin que pese a ser más chico que yo conoce más el paño; Martín en cambio,  ha escogido en un grupito de  amarettis que están sobre un platito en la mesa de reunión, el camino  para evadirse él y los amarettis, de todo esto. La reunión seguirá sin la intensidad de la afirmación anterior y todo se encamina para el lado que nosotros menos queríamos. El homenaje queda planificado para el jueves 10 de mayo, 17 Hs, en el Salón Pasos Perdidos de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Luego de dos horas de reunión, luego de haber estado metidos en una burbuja de peronismo del 40, luego de recorrer los 70, Martin y yo, con respeto y en silencio, salíamos al mundo exterior, donde las cosas aparentaban tomar ese rumbo firme pero zigzagueante que la política kirchnerista suele brindar. Subimos al taxi y el tachero, curiosamente, estaba escuchando un discurso de Cristina Fernández. Ante mi sorpresa, le pregunto:

-          ¿Maestro, estas escuchando a Cristina? –pregunto yo, creyendo que el tipo esta sintonizando Radio Nacional-.

-          No hermano, van a expropiar YPF, está anunciando que mandan el proyecto al Congreso de la Nación –el tachero habla con tono de estos tipos no tienen límites-.

-          ¡Vamos carajo! -decimos Martin y yo que comprendemos que la burbuja en la que estuvimos alcanza algo de continuidad ahora, que esa burbuja en la que Lorenzo Pepe nos sumergió a la fuerza, era menos burbuja con esta decisión que se acababa de comunicar, menos burbuja que si el tachero hubiera estado escuchando Radio 10, en la rutina de siempre.

El martes 8 de mayo en el Salón Pasos Perdidos de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se llevo a cabo una presentación de la Orquesta Escuela de Berisso, una de las más reconocidas dentro de este loable programa del Mrio. de Educación de la Nación. Allí tendría lugar durante sietes horas, distintas grabaciones que los chicos de la orquesta escuela llevarían adelante a fin de concretar la cortina y algunos contenidos para el canal de televisión Diputados TV, un canal tan prometedor como poco original su nombre. La actividad tenía importancia por el hecho simbólico (y operativo) de poner en un lugar tan emblemático del Congreso de la Nación a estos chicos de entre 6 y 18 años de edad, que desde un lugar tan singular como la escuela y más cerca de la marginalidad que de la variabilidad de posibilidades de las que gozan los miembros de la clase media cuando deciden tocar el violonchelo, por ejemplo. Han logrado aprender a tocar instrumentos de los cuales desconocían su existencia y además de todo a han incorporado el hecho de tocar con un director de orquesta que los dirige, con todo lo que ello implica  a la hora de tocar en un entorno donde lo colectivo es prioridad.  Entonces estaban allí, 103 pibes con sus delantales blancos, con sus caritas de sorpresa frente a la imponencia del edificio y la solemnidad del salón, las cámaras que buscaban las posición de los dedos sobre las cuerdas, también llegaban a tomar el brillo de sus ardientes ojitos y a la vez el extasiado estado de ánimo de sus padres que habían sido invitados para presenciar ese trascendente evento en sus vidas. Yo recordaba algún cuento de Pao que había estado con alguno de ellos charlando, en el marco de un programa que intentaba reconstruir la percepción de futuro que los pibes de quinto año podían representarse, y recordé que uno de ellos participaba en la Orquesta Escuela de Berisso, y que con más talento que los otros, había logrado viajar a Venezuela en un intercambio y ahora estaba en parís estudiando con una beca. ¿Se comprende lo que digo, no? Una instancia de aprendizaje que puede modificar para siempre la subjetividad de un chico que llega a conocer un instrumento y la música, independientemente de cual sea el recorrido en ella.

Casi un mes después, lo llamo a Martin y le pregunto:

-          ¿Che cómo viene lo del homenaje a Cafiero, faltan dos días?

-          No, se suspendió, boludo, el viejo esta hecho mierda.

-          O sea que tenía razón Lorenzo cuando decía que si no lo hacíamos el 26 no lo hacíamos más.

-          Y sí, parece que sí.

Entonces, siendo las 18 Hs del 8 de mayo de 2012, y mientras los pibes de Berisso tocaban en Pasos Perdidos las últimas piezas de un largo día, yo le comunico a alguien muy importante de la cámara, prefiero no dar su nombre para no comprometerlo, que el homenaje a Cafiero se había suspendido, se lo comunico por e-mail, y le digo que Don Antonio esta más cerca del arpa que de la guitarra.  De inmediato me responde:

-          Decile que aguante un poco, que hoy estamos con lo de Caloi.

Yo me rio un rato, hoy, martes 8 de mayo ha muerto el gran Caloi. Supongo que el chiste va por ese lado. Hay muertes menos trascendentes que otras, muertes  que se ven diluidas por otras, si por esas cosas de la vida mueren varios personajes a la vez, los medios solo destacarán aquellas realmente trascendentes o trágicas. Por ejemplo, el día que murió Néstor, también murió Alejandro Doria y nadie se enteró, eso sí que es morir sin pena ni gloria, pobre Doria, dicen que no habían ni flores para armar las coronas, y que hasta Víctor Laplace dejó de ir a su velorio por estar cerca del movimiento peronista y cuando se decidió a ir al velorio de Doria fue caracterizado como Juan Perón y que el tipo de la casa de sepelios le dijo, <<No general, Ud está equivocado, vaya a la Casa Rosada que allí será  recibido como Dios manda>>

Entonces suena mi teléfono celular, es Milu y me dice:

-          ¿Qué tenes que hacer hoy a la noche, Nach?

-          Tengo que ir a dar clases a Florencio Varela. ¿Por?

-          Lo vamos a velar a Caloi acá, en el Salón Pasos Perdidos.

Recién entonces comprendí del todo la respuesta que había recibido minutos antes, si Cafiero se moría el mismo día que Caloi, íbamos a tener un problema de espacio y un problema de marquesinas para alguno de los dos. Salgo de mi oficina y subo al salón para chequear que la presentación de la orquesta este llegando a su fin. Armar un velorio no es cosa de todos los días y además, allí mismo, había una muestra de fotos que había que desmontar. Cuando ingreso al salón registro un movimiento que anuncia cierto nerviosismo por culminar con todo aquello rápidamente. Los pibes están apostados en sus sillas con sus instrumentos. Alguien grita.

-          Vamos, vamos que hay que terminar, viene Caloi, se viene Caloi.

En un extremo del salón veo a una autoridad de la cámara que le hace señas al que acaba de decir la frase anterior, yo supongo que lo va a ubicar, que le va a decir <<Che, los pibes no tienen nada que ver, graben tranquilos el himno y después armamos lo otro, son tres minutos>>. Pero no, en vez de esto, hace señas que indican que no hay tiempo para nada, ni para el himno. El otro, el que recibe la indicación le hace gestos que indican, una mas y nos vamos. Y la autoridad le devuelve las señas con un grito:

-          ¡Dale porque te lo meto a Caloi acá, en medio de todos los pibes! -yo me quedo helado y no puedo evitar reírme, los padres de los pibes miran azorados la escena.

-          Bueno vamos, vamos de una vez, hacemos una toma y nos vamos todos, vamos que viene Caloi.

Durante la noche del martes y la madrugada del miércoles han velado a Caloi sin la presencia de los pibes de la Orquesta Escuela de Berisso, ahora que lo pienso podrían haber tocado un réquiem o algo por  el estilo. Al día siguiente yo decido ponerme un traje y agregarle una corbata, algo que no suele ser parte de mi vestuario de rutina, llego al congreso, voy a mi oficina, tomo un mate y me dirijo al Salón de los Pasos Perdidos, voy a dejar mis respetos al que fuera Caloi. Son las 10 de la mañana del miércoles 9 de mayo. Ya no hay rastros ni del velorio, ni de la orquesta escuela, ni de la muestra de fotos. Me cruzo con Gerva y me dice:

-          ¿Y la corbata para qué te la pusiste? –yo respondo rápido para evitar lo que viene de él, en forma de burla-.

-          No sé si llegué muy tarde al velorio de Caloi o muy temprano al de Cafiero.  

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