Por Nacho Fittipaldi
Para algunos gerentes de contenidos, periodistas “independientes” y dirigentes de la oposición que expresan el sentir de los primeros, el uso de la cadena nacional, el formato que escogió CFK para comunicar es <<un procedimiento algo autoritario>>, que debería ser reservado para un anuncio significativo o una situación extrema. En Cadena 3, Daniel Sabsay en cambio fue más allá y afirmó que <<El abuso de la cadena nacional produce una seria debilidad en la democracia>>. Curiosa paradoja la de ser tildado de autoritario, o antidemocrático, por el, en tal caso, excesivo afán de comunicar.
Efectivamente el Artículo 75 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, habla de que su utilización queda restringida a <<situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional>>.
Ya que la gravedad y las situaciones excepcionales son en la actualidad eso, rarezas, queda pronunciarse por el tercer aspecto que la ley contempla. Tal vez el punto de debate sea qué se entiende por <<trascendencia institucional>>. Sin lugar a dudas está dada por la coyuntura política, la concepción política del hecho que se quiere comunicar, el sentido político que el Estado asumirá en tal o cual política pública, en un posicionamiento determinado que la presidente quiera expresar, o el anuncio de turno, por qué no. En ese sentido los gerentes de contenidos, periodistas “independientes”, y los dirigentes de la oposición, aulladores de la política, se erizan ante cada cadena pero más que nada, ante cada anuncio, ante cada definición, ante cada simbología que representa una época, ante cada representación que les indique que aun no hay tal cosa como el fin de ciclo que vaticinan hace años. Cristina los enfrenta a eso, a sus peores augurios y a una distancia significativa entre lo que desean y la realidad política.
Nosotros preferimos una presidenta que comunique diariamente cuales son las cosas que el gobierno hace, a una lógica de claustro en la que la política se decide entre cuatro paredes y de espaldas al pueblo.
Sin lugar a dudas la estrategia actual de comunicación es consecuencia de, como mínimo, dos situaciones objetivas. Por un lado, la férrea oposición de los medios hegemónicos a la actual gestión de gobierno. Por otro, el incumplimiento de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual del Grupo Clarín pese al fallo de la Suprema Corte que la declaró constitucional. Existen sofisticadas formas de ejercer la libertad de prensa, la corte así lo entiende. La denuncia de Nisman contra la presidente, las supuestas cuentas de Nilda Garré y Máximo Kirchner en el exterior, los supuestos $400 mil que cobraría Axel Kicillof, son parte del singular ejercicio de libertad de expresión al que el Grupo Clarín se ha auto sometido. Sin embargo también nos han privado de las desmentidas correspondientes en la dimensión necesaria para redimir tamaños daños.
El año pasado también criticaban la cadena nacional y no había campaña ni candidatos. La cadena nacional, los actos públicos, esa forma no mediada de expresarse y de dialogo con el pueblo, es la forma Kirchnerista de comunicar. E irrita. Es lógico y entendible porque están en contra del trasfondo de lo que se comunica. Les molesta la nueva política ferroviaria, están en contra de que el Estado haya retomado el mando de las empresas públicas privatizadas en los ´90 y que ese proceso sea exitoso, les incomoda la multiplicación de sedes universitarias en todo el territorio nacional y en especial les preocupan las del conurbano, remasterización del aluvión zoológica, aluvión del Siglo XXI.
Las cadenas nacionales son federales, sinceras, más o menos espontaneas cuando van en vivo. No hay eufemismos ni dobles sentidos, allí Cristina aparece alegre, preocupada o enojada, bella, cansada a veces. Y el pueblo ve todo eso, de qué otra forma lo verían. Y además está el mensaje, allí contrapone la defensa del interés nacional por sobre la defensa de los intereses que los medios hegemónicos defienden. A los gerentes de contenidos les interesa menos la libertad de expresión, y que dicho sea de paso ejercen a diario, que los actos o las inauguraciones que CFK comunica.
El fondo de olla es ese, lo que los conmueve no es el apego a la ley y sus reglamentaciones, de eso pueden hablar horas; lo que les corroe la moral es la direccionalidad de las políticas implementadas, pero eso es indecible.
Seguro que preferirían un presidente que haga tres cadenas al año como máximo. Que el país estuviera inmerso en un quietismo político y que la sociedad esté despolitizada. Eso les permitiría a hacer los mismos negocios que hicieron en los ´90 sin que nadie se entere de qué va la cosa. ¿O a caso alguien se enteró de los 39 muertos de 2001 por cadena nacional? ¿O a caso la privatización de YPF se comunicó por cadena nacional? Nada de eso. Nosotros preferimos otra cosa.
Cristina los enfrenta a ese dilema, la masificación de la cosa publica vs la sectorización del interés privado.
Cuando sean gobierno, si alguna vez lo son, veremos qué entienden ustedes por <<trascendencia institucional>> y qué es lo que tienen para decirle al pueblo, o esconderle.
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