27 abr 2013

Desligitimar para golpear





Por Nacho Fittipaldi
Es importante decir que la sesión del miércoles pasado fue álgida pero no infrecuente. Cabe destacar que lo que sucedió con las botoneras fue increíblemente inoportuno pero cosa de todas las sesiones. Por alguna razón, no muy compleja, el sistema falla.
El clima que la oposición generó para el tratamiento de ésta propuesta de modificar el funcionamiento del Poder Judicial, no la justicia, fue un elemento que deberíamos haber advertido hacia dónde estaba dirigido. La oposición desairó a Cristina al negarse a la invitación del anuncio de los proyectos de ley, o sea, sin haberlos leído aun porque no habían sido enviados. Estaba manifiesta su voluntad de negarse a lo que fuera que esos proyectos venían a modificar.
Luego asistieron tarde y mal a la reunión de comisión y jugaron, un día después, a no dar quórum como lo hicieron tantas veces. La estrategia de la oposición es no dar el quórum para que se caigan las sesiones, independientemente del tratamiento previo del proyecto de ley. Cabe destacar que hicieron esto en la sesión que finalmente aprobó la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual, que había sido debatida en un centenar de foros en todo el país. Entonces, ¿qué es lo que el debate en comisiones (o en foros) vendría a legitimar y salvaguardar? O a la inversa, si ellos juegan a no dar quórum y a espiar tras los cortinados el número de diputados con los que cuenta el oficialismo, ¿por qué nosotros deberíamos darles todas las instancias de debate que ellos reclaman fatigosamente en TN? Hicieron lo mismo en la sesión que consagró el voto a los 16, ante la sorpresa de muchos. ¿Quién podía oponerse a esa ley? Ellos. Hicieron un papelón delante de 350 jóvenes que los miraban desde las bandejas del recinto. Es cierto que forma parte del juego parlamentario pero también es cierto que lo sucedido el miércoles en la sesión lo es. Todo, todo incluido el botellazo. Hasta la década de los setenta el Congreso de la Nación proveía a los legisladores de licencia para portar armas, y si lo hacía era porque los legisladores iban armados a las sesiones, tal la naturaleza de sus pasiones y la convicción de sus principios.

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 Desde hace mucho tiempo, los dirigentes políticos y los popes del periodismos independiente, denostan la embestidura presidencial, su gestión de gobierno y su gabinete. Es cosa de todos los días pero no por ello cesan en sus intentos. La decisión política de Lanata y su producción de poner al aire la cámara oculta realizada al fisgón de Fariña y al enojado Elascar (tremenda cacofonía con el AFCA), se inscribía en una doble estrategia que buscaba agregar enfado callejero al 18-A, en la misma semana en que el congreso daría fuerza de ley a los proyectos antes referidos, vehiculizando la deslegitimación de una futura justicia en relación al Poder Ejecutivo. Alimentaban así un mismo odio y hartazgo de las clases medias urbanas hacia distintas estructuras del estado donde convergía el mismo personaje y todos los insultos: Cristina.
 Lo que sí es menos frecuente es que un conjunto de variables concurran y recaigan todas en una misma semana, en un mismo día, esto fue lo que sucedió y no supimos interpretar.
No pudimos ver que esta vez el cacerolazo era adentro del recinto.
No pudimos evitar caer en el juego del fastidio y del hartazgo.
No pudimos interpretar al recinto del congreso como un coliseo, como un teatro en el que casi todo esta pre-configurado, ensayado, pensado y actuado. Lo grotesco de la transmisión en vivo permitiría capturar lo discursos más encendidos y esperados como los exabruptos mas infames y sobreactuados.
La cosa se operó más o menos así:
Por un lado, durante la semana previa al miércoles 24 se habló en todos los programas de la farándula y en los noticieros de lavado de dinero, Fariña, Elascar, Báez y su vínculo con Néstor. La naturaleza de los personajes propagó las repercusiones del caso con la virulencia y velocidad de un virus en una comunidad.
La ausencia de pruebas es un dato notorio del caso, y lo que han presentado como tales es menos creíble que la declaración jurada de María Julia Alsogaray. Sin embargo el éxito del caso estaba asegurado porque trabajaba sobre un supuesto del cual una parte de la sociedad está convencida. Cristina es corrupta, Cristina se enriqueció ilícitamente, Cristina utiliza las estructuras estatales para hacer negocios sucios, Cristina necesita jueces propios para no ir en cana en un país en el que nadie va en cana por robar, si es que antes se aseguró ser funcionario público. Cristina necesita un fallo favorable sobre la ley de medios para hundir a Clarín. Lanata esperó, según sus dichos, un año y medio para lanzar esta cámara. ¿Entre tanto buscaba más pruebas? No. Esperaban el momento más oportuno.
Por otro lado, estaba el debate en el Senado y en Diputados acerca de la reforma del poder judicial. Sobre ella se criticaba el apresuramiento con el que se había tratado en ambas cámaras el proyecto, la falta de consensos con las que el FPV había encausado el trámite. Independientemente de ello, había un conjunto de predicciones acerca de lo que la reforma traería como consecuencias inmediatas, todas nocivas, claro, para el funcionamiento de la República que se hundiría con estrépito. Lo obvio, para ellos, era decir que todos los jueces serían adictos a Cristina y que cuestiones como las que Lanata se había encargado de investigar quedarían impunes. El anudamiento de sentido entre el lavado de dinero kirchnerista (no demostrado) y la reforma de la justicia para salvarse de ir todos presos, era cantadísimo.
El intento de hacer ver que el Congreso de la Nación estaba siendo utilizado como una escribanía que ni siquiera reparaba en la “inmensa” cantidad de gente que se acercó a la carpa blanca y a la manifestación ocasionada mientras diputados sesionaba, eran otro intento más por instalar la ilegitimidad de los representantes del pueblo que desconocían a una porcioncita del pueblo que estaba en la puerta del Congreso. Es curiosa esa idea de que cuando las manifestaciones las convocan ellos, sean de cinco mil o un millón de personas, es suficiente para torcer el mandato popular que implican los votos en las urnas de octubre de 2011 y los de 2009.
Finalmente aparece una carta del Presidente de la Corte Suprema de Justicia diciendo que hay ciertos riesgos que serían convenientes evitar realizando algunas modificaciones en el proyecto de ley. Entonces se produce la tercera deslegitimación. Aparece Carrió en escena legislativa y mediática, todo en vivo, y revalida su afán por la denuncia. Lorenzetti y Cristina pactaron algo espurio por lo tanto no hay justicia independiente, incluso antes de la polémica votación. Carrió regresa a ser noticia, y esta vez muchos intentan darle credibilidad porque lo que dice se lo han dictado. Entonces hay un poder ejecutivo corrupto, como lo demostró Lanata. Un Poder Legislativo sometido a los designios de una mujer que es bipolar,  ninfómana y tantas otras cosas. Y un Poder Judicial que ha pactado con la cabeza corrupta del ejecutivo. La operación está hecha.
Detrás de todo ello hay un intento manifiesto por deslegitimar los tres poderes del estado. Hay un esfuerzo considerado por demostrar que las instancias conocidas para remover la autoridad presidencial, sus legisladores, e incluso la principal cabeza del poder judicial, están obsoletos. Ante eso cabe preguntarse cuál es la salida a ese escenario ya que lo legal esta deslegitimado. Qué es lo que están buscando, qué objetivo indecible se han propuesto, están agitando a la población para que salga enervada a  las calles, hay imágenes que remiten tristemente al 2001 sin que haya un solo elemento comparable con aquello, están a la búsqueda de un elemento que aún no consiguen…quieren sangre en las calles para completar el escenario de caos que el miércoles lograron obtener en la cámara de diputados, para que finalmente pidan la renuncia de Cristina o concreten el golpe de estado que están buscando desde hace mucho tiempo.  

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