- Por Nacho Fittipaldi
- ¿Vamos a traer a nuestro hijo a la plaza? –pregunté
yo, sentado en Plaza de Mayo tomando un mate recién hecho, mientras las
columnas de la militancia entonaban sus canciones reivindicativas-.
- - Sí, claro –respondió Pao, con una media sonrisa
en sus labios-.
Era 24 de marzo de 2012, la plaza
se completaba de a poco hasta llegar en la noche a una multitud ya cotidiana. Pao
no estaba embarazada aún y nosotros, ilusionados, jugábamos con la idea
de que nuestro hijo compartiera ese sol de aquel año que estaba por darnos
tantas alegrías, mientras la fuente incansable, arrojaba esa baba de agua que
el viento movía tenuemente. Antes de que Piero fuera esta verdad.
Hijo, vos no podías saber cuánto es
el ruido que hacen los bombos. Qué volumen puede asumir la sumatoria de miles
de voces humanas cantando. Acostumbrado al clima suave y a la música que papá y
mamá se esmeran en elegirte, la Plaza de Mayo debe haber sido un infierno para
vos. Te forzamos. Cómo podrías imaginar las cientos de combinaciones de colores
posibles que pueden plasmarse en una bandera, o qué insospechada articulación pueden
formar las palabras que dan sentido a una frase que reivindica derechos. No
podes ver lo elegantes que quedan las decenas de plátanos en la vereda de
Avenida de Mayo, cómo explicarte que papá quería tanto que estuvieras acá en
este día, con nosotros, o esa emoción que me habita desde que vos estas, y mamá,
y yo, y vos, estamos entramados así. Estaba tu abuela también, y San y Manu y
Matul, siempre Matul en la Plaza de Mayo.
Hijo esta fue nuestra primera
plaza juntos, ¿cuántas habrá?, ¿serán muchas? ¿Estarás convencido algún día, como
nosotros, que aquello que sucedió no debe (no puede) volver a ocurrir? ¿Sentirás
como yo un dolor profundo, ajeno, vergonzoso y denigrante, por aberraciones que
otros concretaron en cuerpos entre los que no se cuenta ninguno de tu familia? ¿Llevaras a tu hijo a alguna plaza para
construir eso que se llama memoria colectiva y que se ejerce de día y de noche,
cuando vuelan aves y cantan grillos, en la ausencia de los desaparecidos que
son presencia tumultuosa y que se alimentan día a día, de chiquitos como vos?
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