23 dic 2012

Sera justicia o qué mierda





Por Nacho Fittipaldi
El 6 de diciembre  la Cámara Civil y Comercial Federal N 1prorrogó la medida cautelar que suspendía la aplicación del artículo 45 y 161 de la llamada ley de medios hasta que el juez a cargo se pronunciara sobre la cuestión de fondo; además, rechazaba la recusación de los camaristas impulsada por el Gobierno Nacional. Así, el 7D debía quedar como un enorme festejo suspendido por un aguacero. Es curioso que ningún estratega del gobierno haya evaluado correctamente esta última posibilidad, al menos solo como eso, como una posibilidad entre otras, ya que desde hacía cuatro meses se venía instalando esa suerte de Big Bang que llegaría un viernes 7, cuyo mes se nomenclaria D. Que la cámara sacara ese fallo un día antes del 7D, daba la impresión que eso era más una mojada de oreja que el tiempo real que les llevó considerar la situación judicial.
La respuesta del gobierno nacional no se hizo esperar y fue de la contundencia con la que Cristina suele pronunciarse acerca de las causas que asume como nodales. Cristina le reclamó al poder judicial actuar "con decoro e independencia de los poderes económicos" y agregó que "Cuando no les alcanzan los fierros mediáticos, recurren a los fierros judiciales."
En el aire sobrevolaba la idea de una reforma judicial, sobre el posible y/o viable juicio político a los camaristas.
El 12 de diciembre, la Cámara Penal de Tucumán, absolvió a los 13 imputados por el secuestro, desaparición y la presunta conformación de una red de trata de personas de la que Marita Verón, habría sido su víctima.
El fallo fue revulsivo.
La sospecha de que la policía tucumana, miembros del poder judicial tucumano y dirigentes de la política provincial estaban en convivencia y encubriendo abiertamente a los culpables, era una certeza para muchos, bastante más fuerte que una corazonada. Pero como las corazonadas no alcanzan para condenar y los jueces tucumanos son familieros, los imputados quedaron todos libres. Además tardaron una semana en dar los fundamentos con lo cual dieron lugar a todas las elucubraciones posibles. Maltrataron a las víctimas de la redes de trata que Susana Trimarco había logrado liberar (lo que la justica tucumana no) y que accedieron a dar testimonio poniendo en riesgo su vida. Trataron como culpables a las víctimas y dejaron en libertad a los imputados que estuvieron 10 años procesados antes de llegar al juicio oral que se supone, debería entre otras cosas acelerar los tiempos parsimoniosos de la justicia. Parece que además de ciega es lerdona.
Nuevamente el pronunciamiento de Cristina no se hizo esperar. La presidenta afirmó que "la sociedad reclama una democratización del poder judicial", y sentenció que "cuando hay dinero de por medio no les importa nada". El repudio de algunos sectores de la sociedad por el fallo, se hizo sentir en las calles produciendo varias manifestaciones y algunos destrozos callejeros; en especial sobre la Casa de la provincia de Tucumán en Bs.As. Cristina llamo a sesiones extraordinarias en la cámara de diputados de la nación y así salió el proyecto que aumentaba las penas y convertía en no excarcelable a este tipo de delitos. Una semana después el apoyo de los diputados fue masivo, solo la diputada Marcela Rodríguez decidió abstenerse en la votación, y el proyecto se convertía en ley.
Curiosamente, el 14 de diciembre, el juez Alonso se pronunció sobre la cuestión de fondo en la ley de medios. En su fallo quedaba muy claro que el artículo 45 y 161 eran constitucionales; comenzaba así un mínimo debate acerca de cuestiones menos claras para los legos, acerca de si necesariamente la constitucionalidad de la ley implicaba el fin inmediato de la cautelar presentada por el Grupon Clarín.
El gobierno nacional y todos nosotros vimos esto como una pequeña gran victoria. Para entonces, el cuestionamiento sobre la justicia era menos audible. El Grupon Clarín había apelado el fallo de primera instancia y el juez Alfonso había hecho lugar a ese recurso. La cautelar sigue vigente.
El miércoles 19 de diciembre, o sea, el mismo día que se sanciono la ley de trata en la cámara de diputados de la nación, el  Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 2 de San Martín, condeno a Nilda Civale de Álvarez, de 80 años, al comprobarse durante el juicio oral que se apropió y vendió a tres bebés, cuando ejercía su profesión entre 1966 y 1978 en la zona oeste del conurbano bonaerense como jefa de obstétricas en el Hospital de González Catán. En su conmovedor alegato final, el fiscal señalo que estos delitos no prescriben hasta que cada uno de los damnificados encuentre su verdadera identidad y solicitó al tribunal que entienda así en esta causa. A continuación, el  tribunal sentenció que "como ha venido sucediendo en otros casos, el tribunal considera que los delitos no estaban prescriptos, ya que son de ejecución continuada: hasta el día de hoy estas tres personas no conocen su verdadera identidad".
El jueves 20 de diciembre el Tribunal Federal Oral N 1 de La Plata, condeno por primera vez a un funcionario civil de la dictadura cívico-militar, Jaime Smart. Los jueces Rozanski, Portela y Falcone condenaron a Smart a prisión perpetua por el homicidio de Jorge Rubinstein, abogado del grupo Graiver, secuestrado en el marco del entramado que derivo en la compra de Papel Prensa por parte de Clarín, La Nación y La Razón, y por 57 privaciones ilegítimas de la libertad. Los jueces también impulsaron una investigación por los otros 32 homicidios probados durante el juicio y ordenaron la detención inmediata y reclamada desde hace años del entonces fiscal de estado bonaerense Alberto Rodríguez Varela, que luego fue ministro de Justicia, porque los testimonios probaron que entrevistó a los Graiver en el centro clandestino de detención Puesto Vasco. El tribunal también definió en el fallo como "maniobras" destinadas a "presionar" sobre el fallo al tratamiento que el diario La Nación le dedico al caso.
Además, de los 23 acusados, 16 fueron condenados a perpetua y llevados a cárceles comunes. Con Smart también fue condenado el hijo de re-mil puta de Etchecolatz.
Todo esto paso en 15 días. 
Como queda evidenciado, el Poder Judicial no es igual en primera instancia, que en instancia de cámara, ni estos, iguales a la Corte Suprema. Como la política o la arquitectura, la Justicia, no es un universo homogéneo.
Las instituciones policiales y el Poder Judicial (entre muchas otras) deben ser reformadas. Su funcionalidad actual está lejos de ser cercana a las necesidades del pueblo, en sus origenes no fueron pensadas para dar respuesta a ese sector social, pero se hace evidente que sin replanteos serios y profundos, son los sectores con menos recursos los que mas sufren la represión policial y las injusticas de la justica. Lo que no puede suceder es que esperemos pésimos resultados de las instituciones que queremos reformar para salir a dar debate sobre ello.
¿Qué cuestionamientos se hubieran escuchado si el juez Alfonso no daba lugar a la nueva apelación de Clarín? ¿Cuáles si en el caso Margarita Verón hubiera habido condenados? ¿El Poder Judicial sería muy distinto al que conocemos hoy? ¿Entonces sería innecesario hacer un replanteo sobre la natualeza, desenvolvimiento y comportamiento fáctico del Poder Judicial?
¿Acaso no siguen repletas de procesados sin condena firme las cárceles de la Argentina?

30 nov 2012

Palabras constantes


Por Nacho Fittipaldi (para mis amores)

Un ave hermosa roza a otra. Rota. Y en ese darse le contagia su hermosor, al darse cae al piso y germina de allí, allí, una bruma de sílabas. Forman una palabra, una música inspirada, notas blancas, corcheas, fusas, notas negras, sufridas, queridas, blancas, difusas, buscadas negadas, notas negras teñidas, recuperadas al amor. Del amor. Ellos se ven, se caen, se recuperan, se entremezclan en el dolor, no se salvan, se superponen al dolor aisladamente. Se aman pero en ese caso, caso omiso, en esa casa en la que se amaban antes de poder mostrarse enteros al amor,  se recomponen. Pudieron. Lograron ver ese espacio de luz que se filtraba a una hora del día, o de la tarde, en que todo conduce a una alegría o un estado de felicidad que se tamiza entre dos cuerpos que han perdido a uno. Siguen. Son ellos, no son los mismos, algo los ha cambiado para siempre, han transitado caminos y una huella que queda, doliendo. Duele. Queda atrás. Se remplaza y emplaza en un lugar, vigoroso, por donde filtra la luz, otra, otra que está viniendo, que late, patea, se muestra, cómo patea, hijo, pide, reclama, ordena, exige, mírenme, estoy acá, llegando para rebalsar. Rebalsándolos. Recreándolos al infinito. Para subvertirlo todo de una buena vez.   

9 nov 2012

La movilización de los incluidos

Por Nacho Fittipaldi
La de ayer fue una movilización de incluidos. A diferencia de las movilizaciones y cacerolazos del 2001, o de los originales piquetes en Cutral Co y Tartagal, la de ayer fue una movilización de incluidos. No había pobres. No había desclasados. No estaba el tipo de la esquina de Av. Entre Ríos y Adolfo Alsina con el que me topo cada día, tirado en el piso, hecho mierda por el alcohol o algo, básicamente y visualmente hecho mierda, cada vez que emprendo el regreso a La Plata, a las 21 Hs de cada día. En ese sentido es curioso calificar a lo de ayer como una marcha del norte de la ciudad.
 Enorme oportunidad perdida la de ayer para que alguien dijera en un prolijo cartel, sin escatimar insultos: “Cristina, baja el mínimo no imponible”, “Cristina, transforma en ley la asignación universal por hijo”, “Cristina, crea un impuesto a la renta extraordinaria”, “Cristina, baja el trabajo en negro”. Pero no. En cambio se veían carteles que decían: ¡¡Cristina andate, go!!, Basta de dictadura, Cristina no habla de Once, No a la reforma de la Constitución, Basta de corrupción, No queremos Venezuela, Basta de inseguridad.
La de ayer fue una manifestación en la que no apareció ninguna expresión acerca de una problemática que no existiera ya el 23 de octubre de 2011, día en que CFK fue reelecta con el 54% de los votos. Excepto, claro está, la cuestión del dólar.

Preguntas básicas:
¿Una dictadura permite la manifestación de 100 mil personas? ¿Un régimen cómo este que viola la libertad de expresión y la libertad de prensa sistemáticamente permite que la cobertura de la marcha sea total? Exceptuando, claro está, los medios opositores que no se animan a entrevistar a los caceroleros incluidos, porque sus expresiones son irreproducibles. ¿Una manifestación como la de ayer, capitalina por definición, en cuyo territorio Macri gano con el 62% de los votos en qué debería interpelarnos? Ellos están ahí y nosotros estamos acá, en el medio otro montón de personas desmovilizadas. Hay una distancia enorme entre unos y otros. Hay una distancia de 40 puntos electorales entre CFK y la segunda fuerza de oposición. ¿Qué debemos atender? ¿Creen que lo de ayer implica o debería corresponderse con un cambio de rumbo político según las demandas que enuncian? ¿Es que acaso hoy ya no están cada uno de los de ayer trabajando en los puestos de trabajo que antes no existían? ¿Macri no sigue ahí, tan perezoso como siempre?

El 8N pasó, y ahora qué. ¿Para cuándo la próxima? Quién puede arrogarse la lectura política de lo de ayer, quién puede decir “ayer estaban mis electores. Yo los represento”. Intuyo que el desconcierto de la dirigencia política debe ser mayúsculo, pero sobre todo el de la oposición. Debe serlo por la dimensión de la movilización, por la heterogeneidad de las protestas, por la cantidad de las demandas (vale decir que si ayer había 100 mil personas, eso equivale tan solo un punto de raiting televisivo, digo, como para mensurar las cosas) por lo inabordable del asunto, como para que sea absorbido por un solo dirigente que pueda enfrentarse con Cristina. Nosotros lo necesitamos, urgente. Los medios opositores, no pueden ser la oposición política. No nos favorece.    

Por último, me quedo con esa imagen gloriosa en la que miles de personas se apelotonaron alrededor de un símbolo fálico como el Obelisco. Qué curioso. Se juntaron alrededor de un símbolo fálico enorme, aquellos que están tan deseosos de pegarle un boleo en el culo a la presidente de la nación. Y se me hace imposible no ver en ese abrir y cerrar los brazos para golpear las cacerolas, en ese abrazo al Obelisco, la figura de Toti Passman, y pensar que como él, tantos otros la siguen chupando hoy, igual que ayer.

29 oct 2012

Semblanza de ciudad

Por Nacho Fittipaldi

Sebastián va en su auto escuchando música a todo lo que da. Mientras atraviesa la ciudad de La Plata por diagonal 74, desde adentro de su Volkswagen Gol se escucha que la letra de la canción dice, “Si yo no te vuelvo a veeer-ee-eer, yo me voy a enloquecee-ee-eer, es para mí la locura, automática”. Seba esta convencido que ese tema será el mejor tema del verano, su expresión corporal da cuenta de ello. Cuando llega al semáforo de diagonal 74 y 47, las gentes que están en las mesas de las veredas, tomando un café en los bares linderos, escuchan obligadamente lo que Seba les impone escuchar: “Si yo no te vuelvo a veee-eeer, yo me voy a enloquece-e-er, es para mí la locura, automática”
Cinco minutos antes, Adela abandona su casa y se dirige a al supermercado a comprar un poco de arroz y atún para la comida del medio día que en esta época del año, sacude a la ciudad platense con una humedad formoseña. Adela es una maestra jubilada que dio clases en el Liceo Víctor Mercante, en aquella época en la que “la Argentina era ese país hermoso y soñado que nuestros abuelos construyeron y no esta mierda en la que los políticos la han convertido, especialmente, los Kirchner” Adela dirá eso cada vez que se siente con sus amigas a tomar un café, no en La París, sino en esa secuencia de bares espantosos que han invadido recientemente la ciudad con nombre tales como Frawen´s, Rooney´s y cosas así de un estilo tan extranjero como neutro, en donde un exprimido de naranja vale $ 43. Pero eso sucede los jueves y hoy es miércoles. Adela va caminando despacito como si las veredas estuvieran destrozadas por el paso de los años, como si no hubiera una sola baldosa entera en toda la ciudad, como si las raíces de los árboles jugaran a ser badenes naturales. Por ese boulevard que recorre a diario, el aroma de los tilos tiñe invasivamente todo lo que logran perforar. Adela respira profundo, siente que los pulmoncitos se hinchan levemente (¿cuánto pueden hincharse esos pulmones viejos que ahora pugnan por algo más de vida?) y percibe que su vida se estira en esa mañana calurosa de noviembre, en la que curiosamente se siente joven.
Seba mete primera y el motor del Gol ruje furioso. Las gomas se queman en el chillido estrepitoso y deja en el asfalto una huella indeleble. Seba se da maña con los fierros, ha tocado el motor del Gol y ha bajado la altura de los amortiguadores, el Gol viaja pegado a la calle, planchadito, blanco y con lo vidrios polarizados, el Gol de Seba es un fierrazo que ostenta presumido en cada semáforo de la ciudad. Seba labura en la Petroquímica General Mosconi de Ensenada, su padre trabajó allí durante treinta años y luego de su fallecimiento la empresa le otorgó el beneficio de ingresar cubriendo el cupo que su padre dejaría vacante. Seba es la cabeza de la familia Villanueva. Seba vive para el auto, para el auto y su vieja, esa mujer valiente que no conoció el mar más que una sola vez en su vida debido a que Villanueva padre,  tenía asma. Por entonces y por indicación médica, veraneaban en las sierras de Córdoba. Seba conoció así que YPF tenía hoteles en toda la Argentina. Esos hoteles a los que no irían nunca porque la humedad era fatal para el viejo. Luego la enfermedad de su padre fue cada vez mas grave y como si la crisis hubiera acrecentado el malestar de su  padre, el país se fue muriendo con él. Mientras otros argentinos veraneaban en el exterior ellos seguían yendo a Córdoba. Entre los 9 años y los 22, Seba veraneó allí con ellos. Y su hermana menor. Cuando cobró los primeros pesos, Seba iba a Córdoba con sus viejos y después se iba a Villa Gesell con sus amigos. Ahí la joda sí que era joda; chupi, mujeres, promiscuidad y porro durante quince días seguidos. Seba volvía mas blanco que cuando había llegado. Estaba en Gesell y era un 19 de enero cuando lo llamó su mamá para decirle que el padre había muerto. La noticia fue como un estilete que se clavó en el pecho hasta perforarlo de lado a lado. Alberto Villanueva murió un 19 de enero en las sierras de Córdoba, en un hotel de YPF, mientras su hijo Sebastián Villanueva se dirigía a Mar del Plata a ver el superclásico de verano.
Adela cruza la calle y mientras esta a mitad de recorrido siente ese ruido de bocina empedernido que castiga su sordera haciéndole sentir que tan mal no está, o al menos no tanto como dice su otorrino. Cuando el sonido de la bocina se diluye entre otros ruidos urbanos, igual de tremendos, escucha una voz aflautada que le grita, “¡¡Boluda!! Mira bien la próxima vez antes de cruzar, vieja pelotuda.” Adela logra identificar el auto y solo alcanza a ver una calcomanía de YPF en la luneta trasera del vehículo blanco. Se ve consternada por la situación, no es la primera vez que cruza mal, ni que alguien le grita algo así en la vía pública pero esta vez ha quedado en ridículo delante de todos los hombres y mujeres que están en las mesas de la vereda de un bar. Pero especialmente ha quedado frente a los miembros de una mesa más cercana por donde ella circulaba. Los hombres de la mesa no se ríen, más bien desaprueban entre murmullos el insulto que el muchacho le ha espetado a la jubilada. Aún así Adela se siente humillada, es coqueta y pudorosa y se siente totalmente expuesta. Cuando levanta la vista ve sentados a la mesa a ese estilo de hombres argentinos que aceptan la austeridad de los gobernantes uruguayos pero que calificarían de crota, esa misma austeridad para los gobernantes locales. Son de esas personas que se llenan a boca hablando de Cuba y de sus índices de alfabetismo pero serían incapaces de pagar más impuestos aquí para lograr tales metas.
En la mesa están el Dr. Juan Martín Carriquiriborde; reconocido fiscal que lleva adelante causas sobre violación de los derechos humanos durante la última dictadura militar, miembro de la familia judicial platense y socio de un importante bufete de abogados en la Capital Federal. Junto a él, sentado y con sweater Legacy, escote en V color verde inglés, camisa cuadrille blanca y azul, el pelo engominado, está el Dr. José María “Tati” Merbilha;  neurólogo, ex jugador de La Plata Rugby Club y padrino de su nieto Tomás. También en la mesa, pero de frente a la calle por donde Adela ha cruzado arriesgadamente, se encuentra Eduardo Pérez Aznar, profesor de la UNLP, escritor prolífico de la ciudad y dirigente del club Estudiantes de La Plata. Por último, el que menor respeto le merece a Adela es un intrascendente empleado público de la legislatura provincial que como todo buen empleado legislativo (o judicial) se las ha arreglado para vivir como un profesional exitosísimo de la ciudad, pero sin embargo se queja todo el tiempo de sus magros ingresos. Vive en City Bell, veranea en Pinamar, anda en los últimos modelos de Peugeot y pasa los fines de semana acodado en la barra del quincho de su casa que tiene vista a un enorme parque con pileta, interrumpido por una cancha de paddle que construyó en los ´90, y que entre sus amigos progre le ha valido el mote de “gordo menemista”. Este personaje apodado “Tóto”, además de no tener título, ni trayectoria alguna, es conocido en la ciudad por haber fraguado un certificado médico en el que se dejaba constancia de su imposibilidad para continuar trabajando. Ello le permitió jubilarse antes de tiempo con una jugosa dieta, o lo que se conoce comúnmente como jubilación de privilegio, además del mote de “El cardíaco”. También era conocido por su endiablada  pasión por los burros, los chismeríos y por acercar datos sobre las mesas de dinero que funcionan en La Plata, de las cuales muchos de estos personajes eran asiduos visitantes.
Todos ellos son, o han sido, conocidos de otros amigos de Adela, o han tenido relación con alguna de sus amigas. Con todos ha compartido alguna reunión de casamiento, algún cumpleaños de quince, o algún bautismo, con todos ha tomado una copa y a casi todos les ha rechazado al menos una invitación para ir a cenar.
Adela sabe que ha cruzado mal la calle y el insulto la ha desnudado frente a esta mesa de supuestos dandies que se reconocen en esa actitud y actúan en consecuencia.
-          - Qué barbaridad –dice Carriquiriborde que se ha levantado de la mesa para socorrer a Adela que ha quedado como un trompo, girando por la inercia del Gol y su partida- ¿Estás bien, Adela? Estos muchachos de ahora se creen que son los dueños de la calle. Violan todas las normas de tránsito.
-          - Yo crucé mal Juan Martín, cruce muy mal, venía distraida. ¿Cómo estas Juan Martín?
-      -  Sí, pero escuchame, cómo te va a insultar así. ¿Vos viste cómo salió ese auto? ¿Y el volumen en el que estaba la música? Vos sos una señora, escuchame.
-          - Estoy muy grande Juan Martín, no escuché la música.
-          - Pero escuchaste la puteada.
-          - La puteada sí, pelotuda me dijo. La última vez que nos vimos no me trataste como a una señora.
-          - ¿Cuándo fue?
-          - En el Jockey, en la fiesta de casamiento de la hija de los Campoamor.
-          - ¿Y de eso… hace cuanto?
-          - Un año.
-          - ¡La puta, che! Nunca sé cómo dejo pasar tanto tiempo sin verte.
-          - Es que yo te dije que no te quería ver más, Juan Martín.
-          - Ah, entonces me debo haber ido al carajo.
-          - Cómo cada vez que nos vemos.
-          - Por eso dejamos de vernos.
-          - Claro, es por eso.
-     -  ¿Vos estas bien, Adela? –Carriquiriborde la sienta en una mesa contigua, algo alejada de la que está ocupada por sus amigos, y con una mano hace el gesto de dos cortados para esta nueva mesa que se acaba de constituir.
-          - Sí, un poco turbada por lo de recién, pero en líneas generales estoy bien. ¿Vos?
-          - Yo te amo, Adela, lo sabes. No puedo vivir sin vos.
-          - No, Juan Martín. Hace años que seguís con lo mismo. Cada vez que me ves salís con lo mismo y según el alcohol que tengas encima terminas mejor o peor. Vos no me amas, vos te enamoraste de mí en algún momento de nuestras vidas y yo de vos. La pasábamos muy bien juntos, pero eran solo raptos, después de eso tu vida seguía y lo nuestro quedaba recortado en el plano de lo  furtivo. Vivimos una linda etapa de enamoramiento pero vos decidiste seguir viviendo con tu mujer –Carriquiriborde la interrumpe golpeando la mesa con la mano.
-          - ¿Y qué querías que hiciera, que abandonara a mi mujer, a todos mis hijos, qué iban a decir en tribunales?
-       -     ¡¡Yo no te pedía ni te pido nada!! No te juzgo, pero siempre te dije que vos confundías enamoramiento con una historia real de amor. Vos nunca quisiste o no te animaste  a comprobar si nuestro enamoramiento podía ser una historia de amor. Entonces nos convertimos solo en una aventura. Y las aventuras se interrumpen abruptamente como las vacaciones de verano. Un día terminan y al día siguiente se debe retomar la rutina aplastante. Vos elegiste eso.
-     -  Bueno si vos aceptas, como acabas de hacerlo, que te enamoraste de mí, entonces tampoco vos hiciste nada por nosotros.
-      - Carriquiriborde, no me chicanees, yo siempre esperé que las decisiones importantes las tomaras vos. Desde un llamado telefónico que me alertara sobre un posible encuentro, hasta tu ansiada separación. Como verás, yo también cometí mis errores, fui muy sumisa y conservadora. Yo sí me juzgo, pero ya es tarde.
-        -   ¿Y ahora Adela? Los dos estamos viudos.
-         -  Vos estarás viudo. Yo estoy viuda, sola, vieja, mañera, resentida y como dijo el muchacho del auto, boluda y pelotuda. Ya es tarde, tarde para todo, yo no creo que el amor sea intemporal, no creo que se pueda amar a cualquier edad, bajo cualquier circunstancia. Vos me propones juntarnos solo porque ya no existen los impedimentos del pasado, porque la naturaleza ha resuelto lo que ni vos ni yo logramos abordar.
-          - Es una realidad, es algo que antes era un límite concreto y que hoy ya no existe. Hoy somos libres.
-          - Yo  lo que intento decirte es que el amor se construye a diario, a cada mañana, en cada acto de tolerancia, o en la intolerancia absorbida, sus consecuencias. En las decisiones que se consensuan, amar no es de a uno, tu enamoramiento y el mío, no suman una historia de amor. El resultado de eso es otra cosa. Es el vértigo que nos invadía cuando nos veíamos, es la intensidad del vínculo que nos unía y la naturaleza del que nos desunió. Es el hecho concreto de hacer el amor.
-          - Adela, vos me decías que conmigo sentías cosas únicas.
-          - Sí, pero eso no era consecuencia del amor, lo que una mujer siente en una cama con un hombre no tiene que ver necesariamente con lo que ame a ese hombre. Vos me hiciste tuya por la manera en la que me acariciabas y la forma en la que abordabas mi sexualidad. Y en eso has sido único. Pero mi marido y yo teníamos una historia de amor. Para amar hace falta mucho trabajo y energía, trato de decirte que es muy tarde. Y si estas vieja como yo, o como vos, eso es imposible.
-          - No puedo entender que hayas perdido las esperanzas, las ilusiones…
-       - ¿Juan Martín vos no entendes nada o me estas tomando el pelo? Sentarte en esas mesitas de café, cada mañana, con tus amigos de la adolescencia no te hace un pibe joven. Vos tampoco tenes la templanza necesaria para armar una historia de amor conmigo a esta altura del partido. Nos podemos ver y las cosas irían muy bien, pero a la larga nos desgastaríamos. Y vos lo sabes. Asumamos las decisiones del pasado con hidalguía y sin hacer de esto una tragedia griega. Después de todo, si yo no hubiera cruzado lo mal que crucé la calle y ese muchacho no me hubiera insultado, vos ni siquiera hubieras atinado a pararte de la mesa para interrumpir el café del medio día y tomarte uno conmigo. Y la vida hubiera seguido, como si tal cosa. 
-  Chau Juan Martín.
-         -  Chau Adela. Estás hermosa.
-          - A tantas les dirás lo mismo.
-          - Sabes que no.
-          - Vos también estas muy churro.
-          - Te quiero
-          - Y yo a vos.
-          - Es muy triste, Adela.
-          - Tu tristeza en relación al pico de la mía, atrasa treinta años.

Y se fue caminando a su casa, sin pasar por el almacén, caminado despacio, mirando a cada lado antes de cruzar y respirando ese aroma a tilo que la ciudad sabe dar antes de cada verano, un poquito antes de rejuvenecer cada vez más un poquito menos.