JUEVES
11 Hs llevar
a los nenes a lo de mamá
11,30 sacar
plata para la dentista
12 Hs turno
con la dentista
13 Hs llevar
a Sabino al cumple (no llego, buscar a alguien que lleve a Sabi)
16 Hs retirar
a Sabino del cumple
Mediodía de dentista
para mí (dato de color: el arreglo sale $50.000) Los nenes de vacaciones. Pao
se va a las 07 horas. Me despierto, cuando llego al living veo a Sabino en el
sillón. Recién ahí caigo en la cuenta, por no decir al pozo profundo, de un
tremendo dato y de allí la siguiente duda: qué le pongo a Sabi para el
cumpleaños que tiene al mediodía. Vestir a los nenes no se me da. Cocino siempre,
lavo platos y ropa, me encanta tenderla, planchar camisas se me da muy bien, pero
no sé vestir a los nenes. Lo asumo no sin pudor. Hay dos cosas que no sé hacer
con ellos, una es esta; la otra me la reservo, por auto preservación. Le
escribo a Pao aunque esto conlleve una humillación interna: ¿Qué le pongo a Sabi
para el cumple de hoy? Ella responde: Hace frío. Que se ponga el pantalón negro
o un buzo, ese gris con dinos puede ser. Camiseta la que quiera. Y tiene un
buzo nuevo que le regalo mi mama.
De lo que
ella escribe yo interpreto: Hace frío, si se enferma es tu culpa.
En ese
momento también me doy cuenta que no sé de quién es el cumple. ¿Debería
saberlo?
Voy a hasta
la habitación de los chicos, corro la hoja del vestidor veo los cajones de la
ropa y para mí es como escalar el Fitz Roy. Ver la ropa de mi hijo y no saber
qué ponerle me hace sentir infeliz. Ver la ropa de Piero y Sabino y no saber
cuál es de cada uno me frustra. No soy un buen padre ¿Por qué no sé vestir a
mis hijos? Un día los mandé a la escuela en pijama sin darme cuenta que era la
ropa de dormir. Abro el cajón que creo es el de los pantalones pero solo hay remeras.
Abro el siguiente, busco un pantalón con dinos. Definamos dinos. Veo jogging y
pantalones, cosas que creo son de uso diario pero no para un cumple, agarro un
pantalón estampado de autos y otras cosas que no sé qué son, busco dinos, no
encuentro ¿Otro pantalón no tiene? Busco más y más, doy vuelta todo.
-Soy un
inútil –me digo.
-No, no lo
sos –respondo. Sabes hacer otras cosas –me convenzo.
-¿Por ejemplo?
-No se me
viene nada a la cabeza –gano y pierdo en un diálogo interno conmigo mismo.
Doy vuelta
todo hasta que aparece un pantalón negro sin dinos. Listo. Después me zambullo
en el cajón de las medias, revuelvo todo, siento que alguien me espía y que
esta imagen se divulgará como un video en un programa dominical por la señal de
cable TN, no sin sorpresa encuentro un par de medias mías, dudo, ¿son mías? Sí.
Remeras hay varias, “Camiseta la que quiera” dijo, identifico una linda, meto
la mano, extiendo la prenda en el aire, manga corta, la puta madre, agarro
otra, manga corta también, “hace frío, si se enferma es tu culpa” –pienso que
pensé- finalmente encuentro una manga larga y sin pensarlo dos veces inicio la
búsqueda del buzo a estrenar. Eso aparece fácil, tanto que ahí me doy cuenta
que hay dos regalos sobre el escritorio. No uno, dos. ¿Por qué dos? Inmediatamente
me gana la incertidumbre, no es para menos. ¿Cómo averiguar cuál es el regalo
para la nena que cumple hoy sin intentar abrirlo y romper el envoltorio en el
intento? Y por otro lado analizo para quién es el otro regalo. ¿Hay otro
cumpleaños hoy y lo he olvidado? Este pibe ha tenido cinco cumpleaños en un mes
lo cual traducido a la economía familiar es un mini presupuesto.
Cuando tengo
toda la ropa en mis manos, cuando ya estoy listo para bañar a Sabi y vestirlo
para el cumple siento la misma calma y paz que me visitan cuando termino de
nadar una carrera larga. Esa misma quietud espiritual, hija del vendaval de
sentimientos, alegrías y fracasos que me provoca batallar en el mar. Con él,
contra él. Hoy vestir a mi hijo fue mucho peor que eso.