Por Nacho Fittipaldi
La marcha y el cacerolazo de teflón, me preocupa. No por su convocatoria, más bien por lo que la explica. Al margen quedan claro, los que solo tenian para decir: puta, yegua, andate conchuda. ¡Esos se pueden ir a la renegrida concha de su madre!
Entiendo que hay dos planos de análisis, o al menos a mí, las ideas se me ordenan así, no binariamente sino de forma interrelacionada.
Por un lado está lo que podemos denominar una problemática coyuntural, esto es, una contextualización de lo que sucede que encuentra explicaciones diversas a conflictos heterogéneos entre los ciudadanos y el gobierno nacional. Algunos son de larga data porque hay largos años acumulados de odio a Néstor y a Cristina; sobre esa problemática, sentimiento insalvable, poco se puede decir y hacer. Allá ellos. También hay un cansancio más reciente, un agotamiento de la figura de Cristina de la cual en parte ella es responsable en tanto que ha elegido un método de comunicación con el pueblo en donde interpela a todos los que no quieren ser interpelados. La utilización fatigosa de la cadena nacional para comunicar lo que otros medios obturan y tergiversan, forma parte de esa estrategia. También es enteramente responsable del 54% del electorado que la votamos y que el jueves no salió a la calle. Hay también en este plano un conjunto de situaciones que afectan realmente la vida diaria de las personas. Ahí anotaría el aumento de precios de alimentos, bebidas, calzado y ropa, básicamente. Juega también la situación endeble de la seguridad pública y los robos que diariamente castigan al común de la gente sin reconocimiento de clases sociales o poder adquisitivo; y no hablo de asesinatos en ocasión de robo, alcanza con que te roben (o intenten hacerlo) para sentirte frágil y vulnerable. Nadie quiere eso. Debe decirse también que el delito siempre se produce mayoritariamente sobre los sectores medios y bajos, más que sobre los sectores con mayor poder adquisitivo, pese a que esta representación social es la contraria. Sumaría a este grupo de problemáticas coyunturales, la situación calamitosa del transporte público. Tan barato como pésimo es su servicio. Podría seguir enumerando cosas pero no, freno acá. Mucha de la gente que salió a cacerolear, sufre estos y otros problemas. Pero intuyo que es más la gente que sufre esto y que aun así, no salió a ningún lado, y eso no debería ser razón suficiente para creer que alcanza con lo hecho hasta aquí, gloriosas conquistas kirchneristas, o que no debe tomarse debida nota sobre la naturaleza de tales problemáticas.
Por otro lado hay otro campo de desafíos que responden a un orden superior y que implican un desafío de fuste, uno que implica revertir el orden de cosas actúa les para que la coyuntura antes mencionada se modifique positivamente: lo sistémico. Sucede que lo sistémico implica un conjunto de variables que forman parte de lo coyuntural, de manera que uno y otro no son planos excluyentes entre sí, pero implican planos distintos de análisis y un mismo tópico de intervención. El aumento de precios, la seguridad pública, el transporte, la salud pública, el sistema impositivo.
Me temo que nuestro gobierno comenzará a flaquear, no el día que la plaza este llena de caceroleros, flaquearemos en tanto no podamos responder de manera sistémica a las demandas que los ciudadanos identifican como disruptivas en sus experiencias diarias, concretas. Los que transitamos desde hace algunos años la administración pública sabemos que esa dimensión es sistémica, meterse con la raíz de esas problemáticas es revolucionario. Y lo es porque implica doblegar y quebrantar la naturaleza de las alianza inmanentes que articulan los distintos intereses concentrados de la economía nacional y que hacen del capitalismo local, un capitalismo campechano, amigote y socios, múltiples veces, entre sí: Roggio, Noble, Macri, Rocca, Cirigliano, Mitre, La Bonaerense, La Federal, Magneto, el Poder Judicial, mas otros actores trasnacionales como Cargill, Bunge, ADM, y Dreyfus, que actúan fuertísimamente en Argentina. Me temo que con casi todos ellos, aun no nos hemos metido. Quebrantar ese orden implica puja política radicalizada y la confección de un nuevo ordenamiento social, político, económico y sobre todo, cultural. Meterse con todos a la vez es suicida, la correlación de fuerzas no da, pero los negocios que ellos manejan, moldean y derivan en condiciones de vida concretas de la población. Ese es el problema real. Tal su dimensión. Lo del dólar es un disparador, las barreras para comprar y vender se pueden levantar mañana, y todos los demás problemas seguirán existiendo y perjudicando a otros argentinos que nunca compraron ni vieron un puto dólar.
No me preocupa lo del jueves, no me preocupa lo coyuntural en términos de sus consecuencias en la vía pública. Me preocupa lo sistémico como un posible limite, real y concreto, de este proyecto que es pasado inmediato, que es presente y que debe ser futuro, por el bien de todos los que no salieron el jueves, que son la abrumadora mayoría.
Conociendo el paño, es de esperar el contragolpe de Cristina.