Yo he de volver como el día
para que el amor no muera
con Perón en mi bandera
con el pueblo en mi alegría.
¿Qué pasó en la tierra mía
desgarrada de aflicciones?
¿Por qué están las ilusiones
quebradas de mis hermanos?
Cuando se junten sus manos
volveré y seré millones. (Eva Peron)
Por Nacho Fittipaldi
Desde atrás del escenario las cosas se ven distintas, de entre los paneles que separan el escenario del público y las estructuras metálicas que sostienen casi todo lo colgante, los ojos de los militantes brillan más que cuando se está del otro lado junto a ellos. El micro estadio de Ferro esta atestado de compañeros, este estadio que ha sufrido la debacle del club probablemente no se llene así más que una vez al año. Permanecen inalteradas las impecables instalaciones, el piso de parquet de la cancha de básquet donde se realiza el acto engalana el lanzamiento de
Desde aquí las banderas se ven distintas, están de frente, abiertas. Ese flamear compulsivo de trapos tiritantes de la JP Descamisados da ganas de avisarle a quienes las flamean, de decirle, “hermano aflojale un rato a la bandera porque te vas a esguinzar la muñeca”. La potencia de la juventud es misterio pero no trampa, estan criados con la idea de memoria, reconstruida. Así, las juventudes y las murgas vienen poblando los actos, las marchas, los encuentros, con demandas y protestas que también enarbolan los dirigentes que desde el escenario orientan los discursos hacia ellos, esta empatía es novedosa. En Ferro se podían ver las banderas de los compañeros de Jujuy, San Juan o Misiones, un trapo cualquiera dice “Con la Patria al Hombro,” no es diferente a lo que el género murguero (oriundo de Cádiz pero mixturado con música negra) reclama desde sus inicios: libertad. Mientras se proclama (o se festeja) con la patria al hombro, los compañeros que ahora pisan el parquet, parábola que emula y remite a la recuperación de derechos igualitarios, no lo usan para el fuego del asado señora, lo pisan sí, lo ensucian, saltan sobre el pero no lo prenden fuego, como reza la anécdota simia. Los procesos sociales se han complejizado, sabe; son cada vez más densos y consistentes. Mientras el acto avanza se observa que lo que los discursos expresan, está emparentado ideológicamente con las convicciones enunciadas en las banderas que no han cesado de mecerse en toda la tarde, o en la decena de canciones que se entonan sistemáticamente, como si las cuerdas vocales no reconocieran límites aparentes y como si no hubiera margen para el chamuyo entre militancia y dirigencia. Entonces la letra que se entona dice que a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos, no nos han vencido. ¿Entienden eso los necios, tomaron nota? Las canciones cargadas de simbologías y de potentes figuras retoricas son utilizadas por compañeros de 16, 24, 45 o 64 años, indistintamente. En los trapos de los pibes, en los cantitos, en ese pisar el parquet esta la política de la unidad popular. En la dirigencia política la vocación de cambiar lo que aun no se ha hecho y reafirmar lo conquistado, en la murga La Gloriosa de Boedo o en los dibujos de Miguel Rep la expresión artística de ello. En la juventud que colmó Ferro el reaseguro de que el kirchnerismo es síntesis, la convicción de que lo que sucedió un 20 de mayo de 2011 es un punto de quiebre histórico, porque en un país en donde Hebe de Bonafini comparte la mesa central de invitados con la Ministra de Seguridad de la Nación , qué puede decirse luego de la potencia de semejante reencuentro simbólico. Desde hace un tiempo a esta parte que no se ve tal confluencia de espacios, tanta sintonía y coherencia ideológica.
Pibes gritando con la mano en “ve” por la reelección de un proyecto que reasegure la profundización de un modelo que devolvió la vida política a un país que, primero había resuelto el desendeudamiento, al tiempo que juzgaba y encarcelaba a los genocidas dictadores. Luego de ello, esa misma noche, escucharon en voz bien alta la frase más reflexiva de Hebe en los últimos tiempos. Primero no dudo en decir que la política no era más esa concepción que sus hijos desaparecidos habían tenido, ya no las armas, ahora la revolución se hace de la manera en la que Néstor y Cristina nos mostraron en los últimos ocho años, “la revolución es lo que ustedes están viviendo.” Pero como si los aplausos y la efervescencia de los militantes significaran radicalización de declaraciones, Hebe avanza una vez más hacia un camino de grandeza de donde difícilmente regrese, no volverá, y suelta su ancha lengua mientras las arrugas le surcan la vida y le entibian el añejado pañuelo blanco, rostro sufrido de expoliaciones macabras, se sincera al fin y rompe corazones, “Las madres preferimos ver a un pibe feliz, con educación, con salud, con la asignación universal, bien alimentado, que ver a un milico preso” Entonces el silencio invade sólo nuestras almas mientras que el estadio se cae en aplausos y a un costado una piba de unos 22 años deja caer esa lagrima que venía conteniendo inútilmente. Es más sensata que este cronista que se contiene vanamente, sin saber qué merito persigue. Metros más allá también se encuentra llorando dese hace cinco minutos una vieja de 70 años; todos los pibes estallan en gritos de aliento, aplauden rabiosos como si pudieran con eso abrazar a las Madres de Plaza de Mayo y devolverle lo que los milicos les han sisado.
La noche cayó terca sobre Caballito, Ferro ha sido un ejemplo de unidad popular de cara al futuro político. Usar carbón o leña para hacer asado, parece ser todo el aprendizaje histórico que otros nos endilgarán. Esos mismos parecen no comprender de qué va la cosa, nuestra juventud camina el parquet con plena conciencia del proceso sociopolítico del que son protagonistas mientras desde una grada perdida, allá arriba en lo alto cerquita de Néstor, el Rey Momo guiña un ojo y cobija ahora a la murga que se va.