27 abr 2016

Un jardinero peligroso



Por Nacho Fittipaldi

Roberto es un Sherpa de cantero. Cada un año o dos aparece en casa con la precisión de las tormentas estacionales. La primera vez fue para nivelar el terreno de casa. Había que entrar varios camiones de tierra y emparejar lo desparejo. Lo llamé, su voz y su manera de hablar me generaron desconfianza. Cuando lo vi el prejuicio dio lugar al juicio y el juicio es lo que escribo. Será justicia.
Aquella vez nos sorprendió por su fortaleza física, Roberto mide 1,55, tal vez 1,57, su contextura es menuda pero evidentemente su fuerza es brava. Entra y sale una y otra vez; una carretilla, dos, tres, cinco…perdemos la cuenta. En aquella oportunidad andaba con un hombre muy mayor, bajito y ancho como un frezzer de almacén. En esa primera visita a casa no hubo incidentes que lamentar, luego vino la época de plantar y dar vuelta la tierra, y sembrar pasto, eso lo hice yo. La segunda vez que vino ya fue por dolencia. Creo que yo estaba en cama y el pasto crecía y el cerco a la par.
-          Roberto podrás venir a casa a darnos una mano??
-          Sí, si, voy, voy, no hay drama.
Le explicamos qué era lo que había que hacer y se dedicó a lo suyo con energía. En un momento se acerca y le dice a Pao:
-          Podo el sauce??
-          Nooooo, Roberto. Corta el pasto y nada más.
La respuesta había sido clara, contundente y hasta incluso cortante. Un rato más tarde el sauce lucía un corte entre bombé y carré. El sauce había quedado con una copa solo semejante a los cercos y arbusto que hay en Los cocos (Córdoba) en esa zona del predio en donde hay un laberinto hecho con cercos, paseo ineludible del viaje de egresados de 7° grado. Aún hoy, un año después el sauce luce raro y aulla cada vez que Robertito se aproxima.
-          Te dije Roberto que no lo podaras. Mira lo que hiciste!!!
Él pareciera no comprender del todo. A simple vista Roberto es débil mental pero a la hora de cobrar, factura como si fuera Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook.
Como consecuencia de apisonar el terreno se produjo otro episodio que pinta a nuestro amigo de cuerpo entero. Aquella vez Rober había usado un pisón, o rodillo, que se usa para apisonar y alisar el terreno. Este objeto era de un tamaño significativo, un rodillo de un metro y medio de largo por unos treinta centímetros de diámetro, rellenado con cemento y con una manija bastante arcaica para hacerlo desplazar. Este rodillo o pisón era pesadísimo, yo mismo  intenté moverlo y la verdad es que costaba un huevo. Ellos lo movían entre dos.
Un día se aparece en casa pidiéndonos prestado el pisón para hacer un trabajo en otro lugar. Ante eso nuestra respuesta fue, “No hay problema pero cómo te lo vas a llevar” Robertito tiene como todo vehículo una moto, desde donde una vez me insultó por la calle sin advertir que era yo, luego al reconocerme falseó una media sonrisa y me saludó como si nada;  también anda en un Fiat Uno que ahora cambió por un Fiat Spacio, un claro ejemplo de movilidad social descendente. O sea el cómo le imposibilitaba el para qué. “Yo me lo llevo” dijo seguro de sí mismo. Cabe decir que el pisón no pesaba menos de 100 kg. Pasan unos días y aparece Roberto con un amigo que tenía una cara de insano alarmante. “Hola –dice con voz aflautada y velocidad de chita-  vine a buscar el pisón” detrás suyo se ve la moto y un pequeño tráiler que es igual al que usan los jardineros para llevar bordeadoras, machetes, motosierras y hasta una máquina de cortar pasto pero jamás para trasladar un pisón de 100 kg. Pao lo advierte, “te vas a dar vuelta, se te va a dar vuelta la moto” Roberto insiste como si nosotros no quisiéramos darle el pisón, “Roberto te lo regalo el pisón pero no lo cargues ahí porque vas a tener un accidente o vas a aplastar al que venga detrás tuyo” El pequeño, o los pequeños muchachos van hasta el fondo del terreno, arrastran el pisón hasta el portón de calle e intentan subir el pisón al carro. La moto corcovea, relincha, se niega. La moto sede, y Roberto, no sabemos cómo, vence y se va.
Una tarde del año pasado suena el timbre, es Roberto:
-          Hola, cómo andas –Roberto parece un roedor con daño cerebral-.
-          Qué haces Roberto!?
-          ¿No necesitas que te haga el parque?
-          No. –su cara expresa algo distinto esta vez-.
-          Acabo de chocar, choqué con la moto –hace un silencio que yo entiendo como un socorro-.
-          ¿Estás bien, te golpeaste?
-          Si, golpeé un poco la moto pero estoy bien. ¿Tenes $100? –a mí la pregunta me descoloca, me pide plata cuando yo le ofrezco ayuda y a la vez con $100 no resuelve ningún quilombo (pienso) de los que el choque le puede haber provocado; él agrega:
-          Después cuando venga a trabajar te cobro menos
-          Sí, sí no hay problema –digo yo medio confundido- pero alarmado por el abuso del pedido.
Roberto es así, te obliga a tener la guardia alta todo el tiempo aunque su aspecto invite más a ofrecerle ayuda.
Dos semanas sin parar de llover, el pasto está muy alto y con mi máquina no puedo entrar a cortar. Lo llamo aunque sé en qué me meto. “Podrás venir a cortar??”
Llega temprano, la altura de siempre, remera manga corta, gorra con visera y anteojos de sol, no son anteojos deportivos ni playeros, son anteojos de sol pero de vestir, pantalones tipo pampero y borcegos. Cuando veo bajar sus herramientas le aclaro:
-          Roberto cortá con la máquina, no cortes con la desmalesadora porque quemas el pasto.
-          Sí, sí quedate tranqui.

Eso es justo lo que no va a suceder, sé que para que no haga cagadas estoy obligado a espiarlo desde adentro de casa, siguiendo paso a paso lo que hace porque un segundo de librepensador que le agarre y es capaz de podarte un árbol en extinción. Roberto camina un poco por el parque, es un Sherpa de cantero, agrega, “No tenes una bolsita para juntar la cacona de la perra”, el detalle de la palabra <<cacona>> es algo que apenas puedo tolerar, la risa me invade. Arranca a trabajar, en 20 minutos corta todo el parque, ahora junta el pasto, yo me tomo un mate y de pie, detrás de la cortina observo lo que este potro de la naturaleza realiza. Roberto es dueño de una brutalidad anestesiada. En cualquier momento se enciende y genera el infortunio. Yo sedo ante mi propio yo. Repaso las órdenes que le di como para convencerme que fui claro: cortar el pasto, cortar el cerco, limpiar los yuyos que taparon a las plantas y cortar el pasto de la pileta. Eso dije. Cuando levanto la vista veo a Roberto adentro de la pileta cortando el pasto, en verdad no está haciendo eso ahora. Lo miro y no entiendo. Cómo hizo. Qué carajo hizo para hacer lo que mis ojos ven. Roberto está de pie en la vereda de la pileta, la desmalezadora está al revés, la parte de la tanza con la que corta está mirando al cielo, en el aire la maquina ruje, fu fu fu fu, él hace un movimiento como si tuviera un dorado al otro extremo de la línea, mueve la caña, la tensa, el dorado no salta, la media sombra que cubre la pileta de las hojas otoñales se estremece, esta enredada a la tanza de la máquina, entabla un dialogo con el sauce, solo ellos comprenden. La media sombra está abierta exactamente a la mitad como si la hubiera abierto con una trincheta. Estoy cansado de controlarlo y que no surja efecto. Robertito lo arruinó otra vez. Su fuerza es bruta pero por sobre todo: Libre.

20 abr 2016

El cielo peronista


Entrevista al artista plástico Daniel Santoro y al escritor Juan Diego Incardona


La estética, la cultura, la simbología peronista y su capacidad necesaria de refundarse  constantemente. Civilización y barbarie. Una charla entre compañeros, un audaz acercamiento, preciso y profundo, con dos referentes artísticos ineludibles del imaginario peronista.




Por Nacho Fittipaldi

El cielo está azul y la calle seca, el calor primero rebota en las paredes y luego de manera incordiosa, en el cuerpo. Llego a la casa de Daniel Santoro en donde hemos acordado hacer la entrevista junto al escritor Juan Diego Incardona. La casona de Santoro tiene varias particularidades, una de ellas es que el portero tiene tres botones de timbre, elijo uno al azar pensando que he equivocado la numeración de la casa. Luego sabré que todos los timbres suenan en la misma casa en donde Santoro tienen una suerte de museo de artes plásticas propio y espacios en donde el mundo pareciera ser resumido en millones de objetos de los tamaños y las apariencias más variadas. La puerta es abierta por una adolescente, entro a la casa-museo y espero que él llegue. Daniel se demora, primero llega Incardona; es un muchacho que viste camisa negra de mangas cortas, jeans azules y zapatilla negras. Incardona nació en Villa Celina, es un joven escritor que lleva publicados cuatro libros. Actualmente está terminando otra novela que se llama Las Estrellas Federales <<pero esta no está dentro de la zaga peronista>>, aclara; también coordina el área de letras en el ECUNHI, de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. En el camino de la mitologización del universo peronista Incardona no está solo. Uno de sus compañeros de ruta es el artista plástico y referente de la cultura popular, Daniel Santoro, quien ilustró su libro de relatos, Villa Celina. La narrativa de Incardona se construye  desde la calle, con un vocabulario poco pomposo pero tan efectivo como logrado, aborda la realidad con la lógica del mito-barrio, lo fantástico, la resistencia, y peronismo con vuelta de tuerca son, sólo algunas de las ideas que trasuntan cuando se va al encuentro de esta serie de textos. Cuando Santoro abre la puerta de su casa y su figura se deja ver, uno tiene la impresión de haber encontrado esa figurita que nunca aparece a la hora de completar el álbum. Santoro viste de una manera distinta a la de los reconocidos artistas plásticos de la élite porteña (quizás sea puro peronismo) mas semejante a un pibe del conurbano bonaerense que a un atildado artista del MALBA. Camisa a rayas grises y negras, mangas largas arremangadas hasta los codos, jeans negros y esos borceguíes también negros que ya he visto en otras ocasiones indistintamente del calor que haga y que acompañan, aquí y allá, como ese par de anteojos que cuelgan desde su cuello; el tamaño del cuerpo de Santoro es semejante a El Descamisado Gigante que él mismo ha pintado en 2006. Santoro tiene una innumerable serie de cuadros en los que se ocupa del ideario peronista, el leitmotiv de su obra. Actualmente trabaja en un proyecto junto a Damián Szifrón y la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en una serie de capítulos que saldrían por Telefé, acerca de hitos históricos del peronismo.  Por si fuera poco, Santoro acaba de descifrar un error cometido por Michel Foucault en su libro Las palabras y las cosas, acerca de lo que el filosofo francés analiza en relación al cuadro de Velázquez, Las Meninas.



***

Peronismo y Progresismo

Periodista: ¿Cómo ven la relación actual entre el peronismo y lo que podríamos denominar como peronismo-progre?
Daniel Santoro: Hay que mirarlo de manera flexible, hay una visión sobre el peronismo que es propia del progresismo y/o del peronismo progresista que es la de lavar al peronismo, mirada que conlleva un ánimo purificador. Pero también vemos en estos días, después de la muerte de Néstor Kirchner, que hay un anti-peronismo progresista, y en la plástica eso se ve mucho, vienen y te dicen <<yo soy antiperonista pero por Cristina doy todo>>. Ahora, de ahí a la bolsa de gatos hay un paso y hay que tener cuidado porque el acercamiento del progresismo al peronismo muchas veces es una historia desgraciada, algunos se van porque no lo soportan, a los que se les va el asco se quedan. La limpieza del progresismo siempre supone la idea de que el peronismo debería desaparecer, de que debe ser subsumido, de que lo van a sacar de esa selva oscura en la que el peronismo habita. Hay una figura interesante que la crearon los chicos del Grupo de Acción Callejera, ellos tienen una serie de video juegos con simbología peronista, choripanes que son lanzados contra los multimedios y ese tipo de cosas, y hay una  figura de un pingüino negro y blanco que emula el Yin-Yang, esa idea de totalidad asiática que no es división, sino unidad. El peronismo funciona como el Yin-Yang, tiene un lado luminoso y otro más oscuro, pero es un todo. Perón concebía las cosas como una gran unidad.





P: La mesa de dirigentes en el acto de Huracán, digamos.
DS: Sí, claro. La mesa de Huracán es la manera de unidad que concebía Perón.
P: En ese sentido la figura de Eva está más preservada que la de Perón.
Juan Diego Incardona: Sí por supuesto. Hay una efervescencia del campo cultural, escritores, músicos, periodistas. El mundo de la cultura en general apoya más que antes y lo hace de una manera abierta, no es solamente el campo de la plástica. Hoy en algún punto es más cool apoyar a Cristina que no hacerlo. La intención es civilizar al peronismo, esta buena esa idea del Yin-Yang, tesis-antítesis, síntesis, porque implica una idea dinámica, de movimiento. El progresismo tiene lugar en el peronismo, pero el progresismo viene con una intención de querer limpiar todo lo que de popular hay en el peronismo que históricamente se asoció a la barbarie. Esa tensión está muy equilibrada en el escenario político actual pero en otras épocas esa tensión fue muy violenta en la Argentina.
DS: Se resolvió a los tiros, claro.
JDI: Es una tensión similar a la existente entre las expresiones artísticas, o políticas, de la izquierda y el peronismo. La izquierda en ese punto razona desde un lugar distinto a la de la clase baja o popular. La izquierda argentina es de clase media, desde ese lugar también son la civilización; son estudiosos, analíticos, eruditos, razonan desde otro lugar, no como un trabajador que tiene la emoción a flor de piel por encima de la razón o la reflexión, y eso no hay que desdeñarlo, esa es la emoción peronista. Y muchas veces eso se desprecia como si la emoción no fuera parte de la política de la cultura de un país, es un valor que responde a los hechos sociales. El peronismo es en ese sentido, como movimiento político, el único que posee movimiento cultural. El impacto cultural que el peronismo tiene sobre la cultura popular no tiene comparación, tuvieron que pasar muchos años para que ese conjunto de hechos conformaran la tradición cultural que existe hoy. Entonces cuando hay una tradición la civilización enuncia que hay Civilización. Daniel no empezó a pintar ahora y como él tantos otros.
DS: Bueno vos también instalas el peronismo en la cultura más que en la política, sos un referente de esta nueva generación que se incorpora a una tradición cultural peronista. No hay ningún otro partido ni movimiento político que pueda ser definido o enunciado desde el mundo de la cultura, en ese sentido el peronismo es polisémico, no es sólo un partido, primero debe ser visto como conjunto, y después su fase política, por eso no importa el nombre que lleve porque el fenómeno es mucho más amplio que eso. Y por eso se recicla constantemente, están los Incardona, los Capussoto, los Carlos Godoy, los Juan Terranova, los Alejandro Dolina. Hay fenómenos en todos los campos del arte que hablan del gran relato histórico que es el peronismo. El peronismo es el punto histórico de la política, es ese sumidero donde todo confluye, hay una historia nacional previa pero cuando el peronismo irrumpe, ya después todo confluye y tiene la marca indeleble del peronismo. El peronismo es en ese sentido una gran distribuidora (risas) de identidades, por ser o por no ser. Lo que esta pasando ahora es como un gran tsunami luego de la muerte de Néstor, eso amalgamó la cosa, los jóvenes quieren ser parte de una gran gesta. 



Arte Peronista
P: ¿Se puede definir qué es el arte peronista o qué es una literatura peronista? ¿Qué elementos deberían componerla?
JDI: Hace mucho tiempo que vengo pensando eso y creo que a Daniel se lo han consultado también. ¿Existe o no existe un manifiesto artístico peronista? ¿Cómo debería ser, qué características la compondrían? Para mí hay dos cuestiones; por un lado debería nutrirse de elementos que no provengan del arte o de la literatura, y que sus materiales sean vírgenes de ese arte y de esa literatura pero afines al mundo peronista, el mundo del trabajo, por ejemplo. Podemos nombrar una película, El Pulqui, que tiene ese componente arltiano, industrial, esos talleres, esos obreros, la zona sur de la provincia de BsAs; tienen esa composición que ilustran muy bien lo que es el mundo peronista. Si hay que armar una tradición de literatura peronista Arlt estaría allí dentro aunque sea anterior al peronismo. Pero Arlt es leído con cariño por cualquier peronista. No así la cultura más libresca que podría simbolizar Borges. Pienso que se encuentra una tradición cultural peronista allí donde el arte no se nutre por esa aura de “lo artístico” sino cuando se compone de este tipo de elementos. Por otro lado tiene que dar cuenta de la comunidad, no es el arte por el arte mismo, está relacionado con otras emociones, con otros aspectos de la comunidad. Y si bien muchos han escrito, pintado o filmado sobre el peronismo, ¿alcanza para que eso sea un arte, una literatura peronista simplemente porque se nombra a Perón y a Eva? Habría que tomar en cuenta esto de trabajar una  poética de la que hablábamos recién, por afuera del arte pero que se inscriba dentro de una tradición. Se me ocurre el conurbano, esa estética que Santoro despliega en sus cuadros, Ciudad Evita, Juanito Laguna, Ramona, no son escenarios urbanos, no es la Capital Federal, más bien son escenarios en donde está presente lo urbano y lo rural; la cartografía es de la periferia, ahí está su mitología. En la literatura sucede lo mismo, ese viaje al fin de la noche, esa excursión al peronismo, tal cual sucede en la literatura del siglo XIX, en El matadero de Esteban Echeverría, desde la civilización a la barbarie. Como si dijeran “vamos a ver al peronista”, entonces aparecen Perón y Evita pero como el buen salvaje de Rousseau.
DS: Claro, con más o menos piedad, onda vamos a ver qué tan salvajes son. (Risas)
JDI: Exacto pero en la literatura peronista eso ya no es fruto de un viaje, no es el unitario que se encuentra a Matasiete en El Matadero, ahora es Matasiete o su amigo el que produce desde ese lugar, el que hace la operación inversa, el que viaja del conurbano a la ciudad, de la barbarie a la civilización, pero como protagonista. Hay un hecho profundamente artístico, además de político,  profundamente cultural si uno piensa en cómo se organizaron las artes y las relaciones de clases en relación al centro-periferia, el lugar del peligro, la amenaza periférica, la barbarie, el conurbano. Y el día que invierte esa lógica es el 17 de octubre, es una gran mojada de oreja.
P: Es muy interesante esa idea porque el peronismo podría ser un ordenador revulsivo, para otros que pierden la iniciativa en el campo de las artes, y la política, impulso ajeno al que le temen.
DS: Sí, sí. El peronismo tiene una gran capacidad de apropiación, antepone una mirada ingenua, si se quiere, que es capaz de decir todo lo que me gusta lo hago mío y me lo banco. La estética del peronismo es barroca en ese sentido, no hay una identidad que desde el fondo de los tiempos nos permita decir “aquello es el peronismo.” Nosotros tenemos la facultad de ver el todo y decir el todo me gusta, es mío porque en verdad hay algo de ese todo que me gusta. Nuestro origen es sólo apropiación. Cuando apareció la propaganda política el peronismo se apropió de la estética de Roosevelt, de Stalin, pasando por el constructivismo ruso; y una cierta imagen inocente, tomó el gauchito, el obrero industrial, el trabajador rural y compuso algo que era la propaganda política, la imagen del peronismo es la propaganda política. ¿Cuál es el ícono de Eva? Es una actriz, es un origen que viene de un afiche de Radiolandia, el origen no podría ser más bastardo, hoy sería como aparecer en  la tapa de la revista Caras. Nosotros hoy no permitiríamos que la revista Caras impusiera un icono político, de la trascendencia que Eva tuvo, sin embargo el peronismo es de esa inocencia y tiene esa capacidad de no juzgar. Una mirada erudita no permitiría eso, más bien lo desprecia, el peronismo nunca tuvo ese piso erudito en ese sentido, lo único que hizo fue apropiarse de las cosas, y esa construcción que es apropiadora, ingenua y que es barroca es el imaginario peronista. Es nuestra identidad y su cantera es lo genuinamente popular, no juzga, la mirada erudita siempre tiene un juicio previo sobre lo ingenuo.
JDI: El peronismo siempre va a encontrar la forma de ser mal visto.
DS: Y esa limpieza del erudito progresista se ve claramente ilustrada en la estética de Crónica TV y el canal Ciudad Abierta (Canal del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs.As). Son dos estéticas. En el canal de la ciudad toda la estética es pulcra, luminosa, ya hay una operación de limpieza que fue realizada. En Crónica TV tenes el crudo para que vos mismo lo tengas que digerir todo, eso es barroco y ahí hay que saber mirar, te muestran el perro ahí estampado contra el asfalto (risas), pero de ese quilombo salen las cosas luminosas, en lo barroco esta la oscuridad, es como un bosque y de ahí siempre irrumpe la novedad. La novedad nunca irrumpe de la cosa “progresista de la imagen”, de ahí se va derecho al minimalismo, la estética BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) digamos.
JDI: Me quede pensando en lo que vos decías Daniel, en el origen. El 17 de octubre es sólo una fecha, me gusta pensar que el peronismo, un país, se construyen de un tiempo biográfico y de un mito. Ahí hay reencarnados, algo de espectral, fechas, ambientes. El peronismo se apropia de una historia previa a él, es anacrónico, el tiempo se dobla como en los relojes de Dalí (risas) y ahí aparece el peronismo no tanto en el tiempo biográfico sino en un registro histórico atemporal que finalmente se apropia de la biografía histórica, previa al concepto:   peronismo.  Digamos, Juan Manuel de Rosas era peronista.
DS: Claro, Miguel REP sacó un libro hace poco que se llama “200 años de Peronismo” y es correcta esa idea.
JDI: Yo pensaba civilización o barbarie, esa oposición que tanto organiza nuestra cultura. ¿Cuál es el origen? La historia del guerrero y la cautiva, El matadero, etc. En ese esquema la periferia es la barbarie, hay una masa negra que amenaza siempre, primero fue el indio, luego el gaucho, después el inmigrante, mas tarde el cabecita negra y ahora los villeros. La amenaza siempre es el origen del mito por eso el peronismo estuvo siempre en la argentina representado en la amenaza social o en sujetos específicos. Ya está en La Cautiva, al comienzo los pájaros cantan, está todo bien, pero después cae la noche y ya asoman puntas de lanzas en el horizonte, es la gente del conurbano, son los intendentes del conurbano. Ese es el lugar del mito, por eso es difícil saber cuándo se inicia todo.
DS: Yo rescato todo del peronismo; a Menem, Duhalde, todo, porque los mayores traidores también fueron parte del peronismo. El peronismo es del orden de lo ominoso y eso lo hace nuestro gran relato histórico, sino es una celebración.
JDI: No es el lugar de la bondad.
DS: Claro, exactamente. Esa sería la mirada progresista, tomar sólo la parte cómoda del todo. Pero el peronismo es todo, por eso necesita de un gran conductor, sino es como tomar un vidrio astillado, constantemente astillado.
P: El mito y la épica necesitan de un enemigo. ¿Cuál es la naturaleza de esos enemigos históricos?
JDI: Es condición del peronismo tener enemigos. La oligarquía que atenta contra la soberanía nacional es el enemigo histórico de la Argentina. Por ejemplo hay una fecha patria que se vuelve relevante y que estuvo solapada todo este tiempo, y este gobierno la ha hecho propia, es la reivindicación de Vuelta de Obligado.
DS: El repudio de una gesta que era canon de la generación del centenario, como La Guerra del Paraguay, el peronismo la derribo como paradigma y la hizo propia también. Hay una forma de reinscribir la historia que es peronista. ¿Qué tienen que ver el peronismo con la guerra del Paraguay? Bueno todo tiene que ver.
JDI: Es un movimiento latinoamericanista. Jugando con civilización o barbarie, nunca termina de suceder, esa masa oscura que rodea la ciudad, que toma la casa de Cortázar. El lugar de la barbarie siempre es el monstruo.
P: Siguiendo con la idea de civilización o barbarie ¿Qué sucede cuando los aspectos que se suponen propios de la civilización quedan dentro del peronismo? ¿Eso desordena un poco?
DS: Yo lo veo como una inter-fase, el peronismo esta en un equilibrio, a veces es mensajero de la barbarie y otras de la civilización. Los dos grandes momentos donde la educación tiene un impulso fenomenal son Sarmiento y Perón. ¿Cómo es esto? Bueno es un desplazamiento permanente, a veces se es el monstruo y a veces la civilización, no homologada por otro lado. Está claro que el peronismo no es bien visto como agente civilizador, por eso es problemático y esta siempre desnivelado. Es la línea de costura. Civilización o barbarie es una tensión falaz, lo que espera esa dicotomía es la metabolización. ¿Por qué en Brasil esa tensión no existe? Bueno porque hay una relación con el territorio, la selva y la pampa, cualitativamente distinta. Con la selva se dialoga, es claramente ajena, la pampa da la falsa idea de que se la puede civilizar. Hay una diferencia en la comprensión del otro, en su integración, por eso el peronismo es amenaza, porque te pone al cabecita negra en el centro de la escena, en Plaza de Mayo, hay un no asumirse como lo que somos: mestizos.
***
Incardona se perfila sin lugar a dudas, como un potente referente de la literatura que sabe representar como pocos la simbología peronista, al tiempo que milita con la letra escrita y con el cuerpo en la calle, ese territorio donde todo es posible. Santoro fue, continúa y será siempre el referente, ese desagüe necesario y obligado hacia donde todo lo que se denomine como peronista debe ir a parar o fluir, aunque al inicio de la tarde ha olvidado en la cocina la docena de facturas que Incardona había comprado y que ya nunca comeremos. La tarde se escurre así, entre resoplidos tibios y brillantes, la noche se cernía entonces sobre la casa-museo del Gran Santoro.