29 oct 2012

Semblanza de ciudad

Por Nacho Fittipaldi

Sebastián va en su auto escuchando música a todo lo que da. Mientras atraviesa la ciudad de La Plata por diagonal 74, desde adentro de su Volkswagen Gol se escucha que la letra de la canción dice, “Si yo no te vuelvo a veeer-ee-eer, yo me voy a enloquecee-ee-eer, es para mí la locura, automática”. Seba esta convencido que ese tema será el mejor tema del verano, su expresión corporal da cuenta de ello. Cuando llega al semáforo de diagonal 74 y 47, las gentes que están en las mesas de las veredas, tomando un café en los bares linderos, escuchan obligadamente lo que Seba les impone escuchar: “Si yo no te vuelvo a veee-eeer, yo me voy a enloquece-e-er, es para mí la locura, automática”
Cinco minutos antes, Adela abandona su casa y se dirige a al supermercado a comprar un poco de arroz y atún para la comida del medio día que en esta época del año, sacude a la ciudad platense con una humedad formoseña. Adela es una maestra jubilada que dio clases en el Liceo Víctor Mercante, en aquella época en la que “la Argentina era ese país hermoso y soñado que nuestros abuelos construyeron y no esta mierda en la que los políticos la han convertido, especialmente, los Kirchner” Adela dirá eso cada vez que se siente con sus amigas a tomar un café, no en La París, sino en esa secuencia de bares espantosos que han invadido recientemente la ciudad con nombre tales como Frawen´s, Rooney´s y cosas así de un estilo tan extranjero como neutro, en donde un exprimido de naranja vale $ 43. Pero eso sucede los jueves y hoy es miércoles. Adela va caminando despacito como si las veredas estuvieran destrozadas por el paso de los años, como si no hubiera una sola baldosa entera en toda la ciudad, como si las raíces de los árboles jugaran a ser badenes naturales. Por ese boulevard que recorre a diario, el aroma de los tilos tiñe invasivamente todo lo que logran perforar. Adela respira profundo, siente que los pulmoncitos se hinchan levemente (¿cuánto pueden hincharse esos pulmones viejos que ahora pugnan por algo más de vida?) y percibe que su vida se estira en esa mañana calurosa de noviembre, en la que curiosamente se siente joven.
Seba mete primera y el motor del Gol ruje furioso. Las gomas se queman en el chillido estrepitoso y deja en el asfalto una huella indeleble. Seba se da maña con los fierros, ha tocado el motor del Gol y ha bajado la altura de los amortiguadores, el Gol viaja pegado a la calle, planchadito, blanco y con lo vidrios polarizados, el Gol de Seba es un fierrazo que ostenta presumido en cada semáforo de la ciudad. Seba labura en la Petroquímica General Mosconi de Ensenada, su padre trabajó allí durante treinta años y luego de su fallecimiento la empresa le otorgó el beneficio de ingresar cubriendo el cupo que su padre dejaría vacante. Seba es la cabeza de la familia Villanueva. Seba vive para el auto, para el auto y su vieja, esa mujer valiente que no conoció el mar más que una sola vez en su vida debido a que Villanueva padre,  tenía asma. Por entonces y por indicación médica, veraneaban en las sierras de Córdoba. Seba conoció así que YPF tenía hoteles en toda la Argentina. Esos hoteles a los que no irían nunca porque la humedad era fatal para el viejo. Luego la enfermedad de su padre fue cada vez mas grave y como si la crisis hubiera acrecentado el malestar de su  padre, el país se fue muriendo con él. Mientras otros argentinos veraneaban en el exterior ellos seguían yendo a Córdoba. Entre los 9 años y los 22, Seba veraneó allí con ellos. Y su hermana menor. Cuando cobró los primeros pesos, Seba iba a Córdoba con sus viejos y después se iba a Villa Gesell con sus amigos. Ahí la joda sí que era joda; chupi, mujeres, promiscuidad y porro durante quince días seguidos. Seba volvía mas blanco que cuando había llegado. Estaba en Gesell y era un 19 de enero cuando lo llamó su mamá para decirle que el padre había muerto. La noticia fue como un estilete que se clavó en el pecho hasta perforarlo de lado a lado. Alberto Villanueva murió un 19 de enero en las sierras de Córdoba, en un hotel de YPF, mientras su hijo Sebastián Villanueva se dirigía a Mar del Plata a ver el superclásico de verano.
Adela cruza la calle y mientras esta a mitad de recorrido siente ese ruido de bocina empedernido que castiga su sordera haciéndole sentir que tan mal no está, o al menos no tanto como dice su otorrino. Cuando el sonido de la bocina se diluye entre otros ruidos urbanos, igual de tremendos, escucha una voz aflautada que le grita, “¡¡Boluda!! Mira bien la próxima vez antes de cruzar, vieja pelotuda.” Adela logra identificar el auto y solo alcanza a ver una calcomanía de YPF en la luneta trasera del vehículo blanco. Se ve consternada por la situación, no es la primera vez que cruza mal, ni que alguien le grita algo así en la vía pública pero esta vez ha quedado en ridículo delante de todos los hombres y mujeres que están en las mesas de la vereda de un bar. Pero especialmente ha quedado frente a los miembros de una mesa más cercana por donde ella circulaba. Los hombres de la mesa no se ríen, más bien desaprueban entre murmullos el insulto que el muchacho le ha espetado a la jubilada. Aún así Adela se siente humillada, es coqueta y pudorosa y se siente totalmente expuesta. Cuando levanta la vista ve sentados a la mesa a ese estilo de hombres argentinos que aceptan la austeridad de los gobernantes uruguayos pero que calificarían de crota, esa misma austeridad para los gobernantes locales. Son de esas personas que se llenan a boca hablando de Cuba y de sus índices de alfabetismo pero serían incapaces de pagar más impuestos aquí para lograr tales metas.
En la mesa están el Dr. Juan Martín Carriquiriborde; reconocido fiscal que lleva adelante causas sobre violación de los derechos humanos durante la última dictadura militar, miembro de la familia judicial platense y socio de un importante bufete de abogados en la Capital Federal. Junto a él, sentado y con sweater Legacy, escote en V color verde inglés, camisa cuadrille blanca y azul, el pelo engominado, está el Dr. José María “Tati” Merbilha;  neurólogo, ex jugador de La Plata Rugby Club y padrino de su nieto Tomás. También en la mesa, pero de frente a la calle por donde Adela ha cruzado arriesgadamente, se encuentra Eduardo Pérez Aznar, profesor de la UNLP, escritor prolífico de la ciudad y dirigente del club Estudiantes de La Plata. Por último, el que menor respeto le merece a Adela es un intrascendente empleado público de la legislatura provincial que como todo buen empleado legislativo (o judicial) se las ha arreglado para vivir como un profesional exitosísimo de la ciudad, pero sin embargo se queja todo el tiempo de sus magros ingresos. Vive en City Bell, veranea en Pinamar, anda en los últimos modelos de Peugeot y pasa los fines de semana acodado en la barra del quincho de su casa que tiene vista a un enorme parque con pileta, interrumpido por una cancha de paddle que construyó en los ´90, y que entre sus amigos progre le ha valido el mote de “gordo menemista”. Este personaje apodado “Tóto”, además de no tener título, ni trayectoria alguna, es conocido en la ciudad por haber fraguado un certificado médico en el que se dejaba constancia de su imposibilidad para continuar trabajando. Ello le permitió jubilarse antes de tiempo con una jugosa dieta, o lo que se conoce comúnmente como jubilación de privilegio, además del mote de “El cardíaco”. También era conocido por su endiablada  pasión por los burros, los chismeríos y por acercar datos sobre las mesas de dinero que funcionan en La Plata, de las cuales muchos de estos personajes eran asiduos visitantes.
Todos ellos son, o han sido, conocidos de otros amigos de Adela, o han tenido relación con alguna de sus amigas. Con todos ha compartido alguna reunión de casamiento, algún cumpleaños de quince, o algún bautismo, con todos ha tomado una copa y a casi todos les ha rechazado al menos una invitación para ir a cenar.
Adela sabe que ha cruzado mal la calle y el insulto la ha desnudado frente a esta mesa de supuestos dandies que se reconocen en esa actitud y actúan en consecuencia.
-          - Qué barbaridad –dice Carriquiriborde que se ha levantado de la mesa para socorrer a Adela que ha quedado como un trompo, girando por la inercia del Gol y su partida- ¿Estás bien, Adela? Estos muchachos de ahora se creen que son los dueños de la calle. Violan todas las normas de tránsito.
-          - Yo crucé mal Juan Martín, cruce muy mal, venía distraida. ¿Cómo estas Juan Martín?
-      -  Sí, pero escuchame, cómo te va a insultar así. ¿Vos viste cómo salió ese auto? ¿Y el volumen en el que estaba la música? Vos sos una señora, escuchame.
-          - Estoy muy grande Juan Martín, no escuché la música.
-          - Pero escuchaste la puteada.
-          - La puteada sí, pelotuda me dijo. La última vez que nos vimos no me trataste como a una señora.
-          - ¿Cuándo fue?
-          - En el Jockey, en la fiesta de casamiento de la hija de los Campoamor.
-          - ¿Y de eso… hace cuanto?
-          - Un año.
-          - ¡La puta, che! Nunca sé cómo dejo pasar tanto tiempo sin verte.
-          - Es que yo te dije que no te quería ver más, Juan Martín.
-          - Ah, entonces me debo haber ido al carajo.
-          - Cómo cada vez que nos vemos.
-          - Por eso dejamos de vernos.
-          - Claro, es por eso.
-     -  ¿Vos estas bien, Adela? –Carriquiriborde la sienta en una mesa contigua, algo alejada de la que está ocupada por sus amigos, y con una mano hace el gesto de dos cortados para esta nueva mesa que se acaba de constituir.
-          - Sí, un poco turbada por lo de recién, pero en líneas generales estoy bien. ¿Vos?
-          - Yo te amo, Adela, lo sabes. No puedo vivir sin vos.
-          - No, Juan Martín. Hace años que seguís con lo mismo. Cada vez que me ves salís con lo mismo y según el alcohol que tengas encima terminas mejor o peor. Vos no me amas, vos te enamoraste de mí en algún momento de nuestras vidas y yo de vos. La pasábamos muy bien juntos, pero eran solo raptos, después de eso tu vida seguía y lo nuestro quedaba recortado en el plano de lo  furtivo. Vivimos una linda etapa de enamoramiento pero vos decidiste seguir viviendo con tu mujer –Carriquiriborde la interrumpe golpeando la mesa con la mano.
-          - ¿Y qué querías que hiciera, que abandonara a mi mujer, a todos mis hijos, qué iban a decir en tribunales?
-       -     ¡¡Yo no te pedía ni te pido nada!! No te juzgo, pero siempre te dije que vos confundías enamoramiento con una historia real de amor. Vos nunca quisiste o no te animaste  a comprobar si nuestro enamoramiento podía ser una historia de amor. Entonces nos convertimos solo en una aventura. Y las aventuras se interrumpen abruptamente como las vacaciones de verano. Un día terminan y al día siguiente se debe retomar la rutina aplastante. Vos elegiste eso.
-     -  Bueno si vos aceptas, como acabas de hacerlo, que te enamoraste de mí, entonces tampoco vos hiciste nada por nosotros.
-      - Carriquiriborde, no me chicanees, yo siempre esperé que las decisiones importantes las tomaras vos. Desde un llamado telefónico que me alertara sobre un posible encuentro, hasta tu ansiada separación. Como verás, yo también cometí mis errores, fui muy sumisa y conservadora. Yo sí me juzgo, pero ya es tarde.
-        -   ¿Y ahora Adela? Los dos estamos viudos.
-         -  Vos estarás viudo. Yo estoy viuda, sola, vieja, mañera, resentida y como dijo el muchacho del auto, boluda y pelotuda. Ya es tarde, tarde para todo, yo no creo que el amor sea intemporal, no creo que se pueda amar a cualquier edad, bajo cualquier circunstancia. Vos me propones juntarnos solo porque ya no existen los impedimentos del pasado, porque la naturaleza ha resuelto lo que ni vos ni yo logramos abordar.
-          - Es una realidad, es algo que antes era un límite concreto y que hoy ya no existe. Hoy somos libres.
-          - Yo  lo que intento decirte es que el amor se construye a diario, a cada mañana, en cada acto de tolerancia, o en la intolerancia absorbida, sus consecuencias. En las decisiones que se consensuan, amar no es de a uno, tu enamoramiento y el mío, no suman una historia de amor. El resultado de eso es otra cosa. Es el vértigo que nos invadía cuando nos veíamos, es la intensidad del vínculo que nos unía y la naturaleza del que nos desunió. Es el hecho concreto de hacer el amor.
-          - Adela, vos me decías que conmigo sentías cosas únicas.
-          - Sí, pero eso no era consecuencia del amor, lo que una mujer siente en una cama con un hombre no tiene que ver necesariamente con lo que ame a ese hombre. Vos me hiciste tuya por la manera en la que me acariciabas y la forma en la que abordabas mi sexualidad. Y en eso has sido único. Pero mi marido y yo teníamos una historia de amor. Para amar hace falta mucho trabajo y energía, trato de decirte que es muy tarde. Y si estas vieja como yo, o como vos, eso es imposible.
-          - No puedo entender que hayas perdido las esperanzas, las ilusiones…
-       - ¿Juan Martín vos no entendes nada o me estas tomando el pelo? Sentarte en esas mesitas de café, cada mañana, con tus amigos de la adolescencia no te hace un pibe joven. Vos tampoco tenes la templanza necesaria para armar una historia de amor conmigo a esta altura del partido. Nos podemos ver y las cosas irían muy bien, pero a la larga nos desgastaríamos. Y vos lo sabes. Asumamos las decisiones del pasado con hidalguía y sin hacer de esto una tragedia griega. Después de todo, si yo no hubiera cruzado lo mal que crucé la calle y ese muchacho no me hubiera insultado, vos ni siquiera hubieras atinado a pararte de la mesa para interrumpir el café del medio día y tomarte uno conmigo. Y la vida hubiera seguido, como si tal cosa. 
-  Chau Juan Martín.
-         -  Chau Adela. Estás hermosa.
-          - A tantas les dirás lo mismo.
-          - Sabes que no.
-          - Vos también estas muy churro.
-          - Te quiero
-          - Y yo a vos.
-          - Es muy triste, Adela.
-          - Tu tristeza en relación al pico de la mía, atrasa treinta años.

Y se fue caminando a su casa, sin pasar por el almacén, caminado despacio, mirando a cada lado antes de cruzar y respirando ese aroma a tilo que la ciudad sabe dar antes de cada verano, un poquito antes de rejuvenecer cada vez más un poquito menos.

8 oct 2012

El motin

Por Nacho Fittipaldi

La situación que tiene a la Gendarmería Nacional (GN) y a la Prefectura Nacional Argentina (PNA) como protagonistas a raíz del levantamiento que están llevando a cabo es de suma gravedad. La misma está siendo relativizada, en un acto que naturaliza el clima desestabilizador que desde lock out patronal de 2008 a la actualidad, no ha cesado.
El motín es grave porque debe leerse en un contexto latinoamericano en el que pueden identificarse otros intentos (y logros) de este tipo: el golpe de estado en Honduras (2009); el levantamiento policial en Bolivia (2012); el levantamiento policial en Ecuador (2012) y el reciente golpe institucional en el Paraguay. En todos ellos el rasgo distintivo es la utilización de las fuerzas de seguridad para modificar el rumbo político de los gobiernos de esos países que curiosamente están, o estaban, en sintonía con el de la Argentina. No se puede relativizar el motín de la GN y la PNA porque su presencia en la calle tiene una potencia simbólica que para la Argentina es deleznable, ese solo efecto ya es desequilibrante, sea el motivo que fuere.

Es grave porque el motín, aunque sea por descuentos salariales, no lo realiza un sindicato portuario o de la industriadel plástico, pese a que este sea el planteamiento mediático local, intentando esconder lo que la misma protesta confirma al no reconocer que el problema por el que se amotinaron está resuelto: los descuentos salariales mal aplicados. Intentar fijarle al ejecutivo nacional el piso mínimo de salarios, ilustra a las claras la confusión de estos muchachos o sus múltiples intenciones aglutinadas en este motín. La dimensión del conflicto obligará a buscar nuevos canales de negociación salarial para las fuerzas federales de seguridad y tal vez para el ejército. Sin embargo, no debe ser tomada en cuenta la posibilidad de crear sindicatos para ellas. Las razones fundamentales son dos: por un lado, está la cuestión relacionada a la inconclusa (extremadamente inconclusa para mi gusto) depuración natural de esas fuerzas de seguridad. Es decir, la no aceptación total de que son una estructura vertical que debe aceptar la totalidad de las condiciones que la democracia les impone, mediante el voto popular, y a través de sus gobernantes; por otro lado, está la cuestión generacional asociada a la indisciplina en los rangos más bajos de  la estructura piramidal de las fuerzas que desde 2003 se han venido incorporando masivamente a las agencias de seguridad para dar respuesta a la demanda de más seguridad y más efectivos en las calles. Recuerdo que este problema, el reconocimiento difuso de la autoridad interna, fue manifiesto en nuestro estadio en la Policía Bonaerense durante la gestión de Arslanian. Por lo demás es un problema que atraviesa no solo a las fuerzas de seguridad, más bien es un fenómeno complejo que afecta a la sociedad toda. Los docentes de todo el país pueden dar fe de esa representación distorcionada. Sindicalizar una estructura que debe obedecer sin miramientos al poder político es, en el esquema actual, un contrasentido, no un derecho. En esta dirección entiendo que las sanciones deben ser fuertísimas y deben servir como un escarmiento de dimensiones tales que a ningún miembro de la GN y la PNA le queden dudas de qué sucede cuando se rompe la cadena de mando, o cuando se obedece a lo que dice la cúpula (suerte de obediencia debida democrática) y ello va a contrapelo de lo que dice la dirección política de la fuerza y en contra de lo que fija la constitución.

Es grave porque se inscribe en un contexto más amplio de operaciones desestabilizadoras: los “espontáneos” cacerolazos, el curioso secuestro de Severo, y el conflicto en el consejo de la magistratura en relación al 7D y ahora el pseudo-motín salarial de los gendarmes y prefectos. Para que el motín haya sucedido hubo que haber tres cosas: por un lado, errores políticos en el ejecutivo nacional de diversos alcances; además la decisión política de la cúpula de la GN y la PNA para liquidar los sueldo de manera antagónica a lo que fijaba el decreto; por otro, el deseo y la convicción de que esto prendería en las bases y que sumaría a una estrategia más amplia  y de mediano plazo que es terminar con este gobierno o al menos modificar su rumbo. Esta articulación que en su articulación no buscaban un efectivo golpe de estado, no van por eso, lo que buscan es desestabilizar, esmerilar la legitimidad de este gobierno y como consecuencia de un clima político muy adverso lograr la salida anticipada de Cristina. Otra vez Paraguay es un ejemplo claro y reciente de esto, nada más que en Argentina la correlación de fuerzas en el parlamento no da ni para eso.

La creación de un clima de desestabilización es hijo de una ausencia de oposición pavorosa y que se da en un terreno yermo. Esto que viene siendo lo coyuntural desde hace varios años, me parece que empieza a cambiar de dimensiones e implicancias.  El problema central de Cristina es que no hay oposición. Y eso pasa a ser el principal problema de gobernabilidad. Abre múltiples ventanas de conflictividad sin que pueda confrontarse cara a cara con el conflicto, evaluarse y predecirse hacia dónde y cómo terminan esas problemáticas, esas búsquedas denodadas por limarla, ya que no siempre la tropa propia está a la altura de las circunstancias, termina siendo siempre ella el origen y el fin, la imagen de oficialismo y oposición, el centro, el árbol y el bosque, el todo de la política nacional.